Luka Modric, para muchos el mejor jugador del Mundial Rusia 2018, tiene una historia de vida particular.
Nacido en la localidad de Zadar y criado en Obrovac, el pequeño Luka padeció los estragos de la guerra que azotó la zona de los Balcanes a inicios de la década de 1990.
Como parte de la guerra, los rebeldes serbios mataron a su abuelo, también llamado Luka, le quemaron toda su casa y se quedó sin nada. Las circunstancias obligaron a su familia a mudarse a la ciudad, donde una pelota de fútbol le ayudó a salir adelante.
Igual todo le resultó difícil: Luka Modric jugó en su primer equipo en medio de un campo de juego donde podían caer granadas.
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