De un año a otro, el Perú se convirtió en un país con numerosos científicos; centenares de investigadores que, a diferencia de otros en el mundo, eran capaces de producir hasta 50 investigaciones científicas en un solo año.
Sin embargo, Punto Final pudo constatar que la coautora de uno de estos trabajos es una docente especializada en temas de educación. Y, curiosamente, todos sus coautores son de países del Medio Oriente como Irak, Irán y Arabia Saudita, y también de Asia, como Uzbekistán.
La Superintendencia Nacional de Educación (Sunedu) exige a las universidades que sus docentes generen trabajos académicos. Para ello, las privadas otorgan bonos a los profesores que publiquen investigaciones en revistas científicas internacionales. Ese monto puede ser entre 4 mil hasta los 8 mil soles mensuales, además del sueldo. En tanto, en las entidades nacionales es de medio sueldo extra.
Es decir, a más publicaciones mayor rango como investigador reconocido por Concytec. A mayor rango, más bonos. La ecuación perfecta para motivar a los catedráticos de universidades peruanas a aparecer como coautores de obras científicas del medio oriente desde el 2023.
En julio de este año, el periodista José Miguel Hidalgo se infiltró en un chat donde solo ingresan docentes universitarios interesados en comprar coautorías. Aquí, diariamente, ofrecían artículos con el título de «convocatoria de coautores» en nivel Q2 y hasta Q1, los máximos niveles en investigación científica.
Aquel mes, participó en una convocatoria por la que tuvo que pagar 550 dólares para aparecer en la posición 7. El administrador del grupo lo apoyó mencionándole en qué revista se publicaría e incluso, a obtener el código Orcid, un código internacional que todo investigador debe tener.
Rosario Romero Parra es una de las docentes beneficiadas con la compra. Ella cuenta con licenciatura, maestría y doctorado en Educación, pero tiene papers en Medicina con el sello de la Universidad Continental, mientras que sus coautores eran de otras nacionalidades.
Al ser consultada, dio a conocer su desconocimiento sobre los profesores mencionados en el trabajo. Asimismo, mintió al comentar que seguía laborando en la Universidad Continental, pues fue separada en agosto por la compra de autorías.
Tras unas semanas, Hidalgo recibió la confirmación de que aparecería como coautor de una investigación sobre análisis de lectoría, elaborada por un supuesto docente de Grecia, junto con otros coautores peruanos. El trabajo incluía una «encuesta» hecha a 320 niños griegos del cuarto grado.
Los coautores pertenecen a la Universidad Privada del Norte y los demás a universidades nacionales como la de Moquegua, Amazónica de Madre de Dios y la Nacional de Tumbes. La UPN rechazó cualquier tipo de práctica como esta.
Las universidades lo saben, pero poco o nada han hecho para parar este negocio pues, de alguna manera, todos ganan. Los docentes obtienen bonos y las universidades mantienen sus acreditaciones ante Sunedu, sin importar que haya dinero público de por medio.
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