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Por José Alván

Desde su asunción, Javier Milei, el flamante presidente libertario, ha puesto en marcha una serie de reformas con dos objetivos evidentemente claros: reducir el gasto público y eliminar la presencia del estado. Todo esto en medio de una inflación que hoy alcanza el 254 % y una pobreza del 57,4 %. Es decir, donde casi seis de diez argentinos son pobres.

Es más, el día que asumió, 10 de diciembre de 2023, Milei dijo que su objetivo era recortar 5 puntos del Producto Bruto Interno (PIB), un osado ajuste que comenzó con su primera decisión de disminuir los ministerios a la mitad, frenando las obras públicas, recortando los subsidios, los gastos en la publicidad institucional y eliminando las transferencias discrecionales a las provincias.

Incluso, en la víspera se han sumado otros polémicos cierres a instituciones públicas como el Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi) y la agencia de noticias estatal Télam, dejando a cientos de personas desempleadas que hoy protestan en las calles.

Y es que es principalmente en las calles donde se puede medir el pulso del ajuste económico en la nueva Argentina de Milei. La gente a la que se le consulta sobre el aumento de los precios afirma que no pueden pagar muchos de ellos y que tampoco pueden solventar los servicios básicos a fin de mes.

Ni qué decir en los sectores populares. Según María Torres, voluntaria de un comedor popular en el barrio de Villa Fiorito, donde se crio el ídolo del fútbol, Diego Maradona, cada vez más personas no tienen qué comer en casa. “Al principio éramos 20 familias. Hoy en día, unas 70 familias vienen a buscar comida. La escasez está aumentando y el hambre está aumentando”, dice a Reuters.

Entonces ¿qué casta era la que tenía que pagar la peor cara del ajuste del presidente Milei? Para entender desde la perspectiva política el nivel de impacto de las medidas del gobierno argentino, Latina Noticias se contactó con Julio Bárbaro, dos veces diputado peronista (1973-1976) y un crítico del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández y ahora escéptico con el libertario.

«La Argentina vive un fracaso político y social desde el año 76, desde el último golpe. En ese momento no había deuda externa y no había ni un solo subsidio porque no era necesario. Había un 4 o 5 % de desocupación. Luego del golpe militar que expulsa las industrias e impone el sistema bancario, impone la manera rentista de vivir. Los bancos destruyen las industrias y el importador le gana al productor y la Argentina no para de decaer hasta hoy», abre Bárbaro la conversación.

En su diálogo, también asegura que la visión macroeconómica para detener la pobreza es un despropósito. Se refiere a las cifras dadas por el mismo gobierno de un superávit mayor a los 500 millones de dólares debido a los recortes. Es decir, el estado recaudó más de lo que gastó en lo que va del mandato del actual presidente.

Aunque para Bárbaro la macroeconomía «libera las ganancias de los grandes grupos y la ‘teoría del derrame’ es falsa si es que no hay un sistema productivo en el país».

«Antes había inflación con un consumo superior y una pobreza inferior. Hoy hay menos inflación con la misma cantidad de gente, pero buscan parar la inflación achicando el consumo e incrementando la pobreza, ¿cuál es la razón de todo esto? Ninguna. Es un marxismo de ricos. Un librito que te muestra, como los marxistas, qué aplicar, pero ello no te lleva a nada».

El gobierno de Javier Milei pide paciencia y ha mencionado que una vez que Argentina toque fondo, lo que viene en adelante es la recuperación económica. Mientras, el hambre y la macroeconomía no se dan tregua entre sí.