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El último lunes 7 de febrero, el Congreso de la República fue escenario de un acalorado intercambio palabras entre la presidenta de este poder, María Alva, y la alcaldesa del distrito arequipeño de Ocoña, Marilú Gonzales.

Durante la intervención de esta última, quien exponía sus reclamos con relación a una obra de su localidad, culpó a la titular de la Comisión de Constitución, Patricia Juárez, por ciertos decretos en cuestión.

Criticas que no fueron toleradas por Alva Prieto al considerarlas una falta de respeto por la forma de dirigirse. “Alcaldesa, en esta reunión, ustedes están aquí en mi casa. Le exijo, primero, respeto. (…) Me cambia de tono. No voy a permitir que esté hablando de esa manera, porque acá somos representantes del pueblo y hacemos y trabajamos por el pueblo. Ustedes están totalmente desinformados”, exclamó.

Estas expresiones escalaron rápidamente en la esfera política, tanto dentro y fuera de la sede del Legislativo. Para la expremier Violeta Bermúdez, “el respeto y la capacidad de escuchar” son esenciales para la participación en democracia, por lo que instó a María Alva a pedir disculpas a la autoridad edil y a todo el país.

En esa línea, se sumaron los congresistas de Perú Libre, Silvana Robles y Guido Bellido. La primera rechazó las declaraciones de la accipopulista y le aclaró que el Parlamento no es su casa, sino que representa la opinión pluralista de la nación. Seguido del exjefe de la PCM, que la exhortó a pedir disculpas públicas.

En tanto, el congresista de Acción Popular, Luis Aragón, hizo lo propio y señaló que hubo un exceso en las palabras de su colega de bancada y que tendría que aceptar que se equivocó.