SANTIAGO, 10 mar (Reuters) – En el barrio Yungay, en el centro de Santiago, una panadería de masa madre propiedad de una artista se codea con la barbería más antigua de la capital y un minimercado con una luz de fondo parpadeante que vende verduras, productos lácteos y snacks.
Ahora, el lugar también será hogar de un presidente, en una fuerte señal de los tiempos de cambio en la nación andina, donde ha aumentado la rabia en los últimos años por la marcada desigualdad y una élite gobernante arraigada.
Gabriel Boric, un exlíder de protestas estudiantiles y legislador de 36 años, jurará el viernes como el presidente más joven de la historia de Chile, tras haber prometido romper la tradición conservadora y orientada al mercado del país e impulsar una reforma social progresista.
A diferencia de sus predecesores, Boric ha optado por vivir en el centro y no en la rica zona oriente de la capital, con amplias casas lejos del denso centro de la ciudad y flanqueadas por la Cordillera de Los Andes.
Chile no tiene residencia presidencial oficial.
«Es bueno y notable que el presidente venga a vivir al Chile real», dijo Beatrice di Girolamo, quien dirige la panadería, a media cuadra al este de las nuevas barricadas para la seguridad presidencial.
«Hay personas de todo tipo aquí. Tenemos a personas en situación de calle, hay gente que es acomodada. Personas sencillas, gente elegante. Mucha inmigración», comentó.
Boric, líder de una amplia coalición de izquierda que provenía de fuera de los principales partidos políticos, inquietó al establishment con una retórica feroz el año pasado sobre romper el modelo capitalista, aunque ha moderado su tono desde que ganó las elecciones de diciembre, hablando de un cambio gradual.
Sin embargo, ha buscado establecerse como un progresista, con un gabinete mayoritariamente femenino por primera vez en la historia local, un fuerte apoyo a los grupos LGBTQ y un enfoque en la lucha contra el cambio climático.
El equipo de Boric se negó a comentar sobre su elección de nuevo hogar, pero el mensaje es claro: hacer una ruptura con los líderes políticos del pasado que muchos dicen se habían desconectado de la gente.
MENOS BASURA, MÁS SEGURIDAD
En medio de los rascacielos de Santiago, Yungay se destaca con coloridos edificios de uno y dos pisos y una mezcla de elaborados murales. Edificios perfectamente conservados se alzan junto a otros con fachadas desmoronadas.
El área también sugiere algunos de los desafíos que enfrenta Boric, quien deberá mantener la economía en marcha mientras busca reforzar la regulación ambiental de la minería, reducir la inflación, aumentar los impuestos para el gasto social y abordar los temores sobre el crimen y la inmigración.
Lo que una vez fue un barrio aristocrático, el área es ahora el hogar de una comunidad de clase trabajadora y un crisol de inmigrantes de Perú, Venezuela y Colombia.
Carlos Noriega, de 45 años, dueño del minimercado Donde Carlitos en la nueva calle de Boric, dijo que en los últimos tres años la delincuencia local ha aumentado. Relató que su tienda fue asaltada con arma de fuego en 2020, un año después de que estallaran violentas protestas contra la desigualdad, que muchos atribuyeron a una Constitución que data de la dictadura de Augusto Pinochet.
Noriega y otros dijeron que el nuevo vecino ya había traído beneficios: menos basura en la calle y más seguridad. Boric ha pasado por su tienda, dijo, pero todavía está esperando que se haga cliente.
Otros dijeron que Boric tendría que acostumbrarse a las asperezas del vecindario.
Los equipos de seguridad han bloqueado la concurrida calle Huérfanos donde vivirá Boric. Ya se inició el corte de tránsito vehicular permanente, y además revisan todos los autos que ingresan, desde vehículos gubernamentales hasta viejos Volkswagen destartalados conducidos por lugareños.
Eliza Pacheco, que vive con su esposo y su hija de 12 años frente al nuevo hogar del presidente, dijo que ahora se siente más segura, aunque preocupada por las protestas callejeras en su puerta.
«Tiene que asumir las consecuencias si algo llega a pasar. Esa es su responsabilidad», dijo Pacheco. «Él se tiene que adaptar a nosotros, no nosotros a él».
El dueño de la tienda, Noriega, dijo que el presidente saliente Sebastián Piñera y otros que vinieron antes vivían en «otro planeta».
«No vive en la realidad como el resto de nosotros», dijo Noriega, quien ha sido dueño de su tienda durante 12 años tras llegar desde Perú poco después del regreso de la democracia a Chile en 1990.
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