Más de tres horas de viaje por una ruta inhóspita y carretera peligrosa nos llevó a conocer a Andrea Mamani, ella vive en San Antonio de Esquilache, a dos horas de Puno. Ella camina sola y junto a su ganado de llamas, alpacas y carneros. Animales que son su único sustento, pero que lamentablemente no están soportando las bajas temperaturas.
“Es por el frío que la cría ha muerto. Demasiada nevada y no hay pasto”, explica Andrea, muy afectada por el inclemente clima.
En San Antonio de Esquilache existen doce comunidades y más de mil habitantes, que en su mayoría son niños. David camina dos horas por la carretera hasta el colegio desde que tenía 9 años, ahora con 13 sigue el mismo recorrido con tan solo un mate de coca en el estómago. El colegio a donde asiste, olvidado y abandonado, espera desde el año pasado nuevas aulas que protejan a los alumnos del frío.
Un joven estudiante asegura que tan solo quisieran contar con Internet para aprender tanto como los niños de ciudad. Agradece la visita de Latina, pero sorprende más al decir que nadie viaja hasta San Antonio de Esquilache.
El sector de Toriani, en la comunidad de Pinaya, está ubicado a 4,600 m.s.n.m. Allí las familias que pastan ganado soportan temperaturas de -15 grados. Dos pequeños acompañan a sus padres y se encargan de cuidar que las ovejas no se escapen. “Tienes que correr. Porque va a desaparecer y se va a morir”, comenta el pequeño Marco de 9 años.
Este es el drama de miles de familias en Puno. Si usted quiere también ayudar a Andrea, David, a los estudiantes del colegio Los Andes, a los pobladores de la comunidad de Charamaya o a los pequeños de Toriani, la Comisaria de Puno será el punto de acopio de ropas de abrigo, frazadas, alimentos no perecibles y hasta juguetes, todo será bien recibido.
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