La noche del Viernes Santo se convirtió en un escenario de drama y revelaciones cuando los fiscales, respaldados por una orden judicial de allanamiento y descerraje, irrumpieron en la casa de la presidenta Dina Boluarte en Surquillo. La falta de respuesta a la puerta desencadenó un operativo policial que marcó un punto crítico en la historia del país.
La imagen de la casa presidencial siendo forzada abrió paso a una serie de hallazgos que desafiaron la versión inicial de Boluarte. Certificados de Rolex y joyas encontradas desmintieron las declaraciones de la mandataria, revelando movimientos vehiculares sospechosos y sembrando dudas sobre su integridad.
La negativa de la Presidente al aceptar la realidad evidenciada, sumada a su ausencia en las diligencias judiciales, complicó aún más su situación. La presión aumentó cuando la fiscalía, liderada por el fiscal adjunto supremo Hernán Mendoza, informó sobre la inasistencia de la presidenta a las citaciones, desencadenando un allanamiento posterior en su residencia.
Asimismo, el caos se apoderó de las calles mientras los agentes de la Diviac liderados por el coronel Harvey Colchado ingresaban a la residencia presidencial. La ausencia de Boluarte durante la diligencia agregó más incertidumbre al panorama ya tenso.
Las contradicciones en las agendas presentadas por la defensa de Boluarte y la evidencia encontrada en su hogar profundizaron la crisis política. La falta de respuestas claras por parte de la mandataria alimentó las especulaciones sobre su enriquecimiento ilícito y su evasión de declaraciones legales.
El escenario se intensificó cuando la fiscalía corrigió el error en la dirección de la orden judicial, permitiendo el allanamiento de la residencia presidencial en Palacio de Gobierno. Sin embargo, la confusión persistió con la salida apresurada de un vehículo del Ministerio de Relaciones Exteriores, añadiendo más interrogantes a la situación.
La presión sobre Boluarte continuó en aumento, con el público exigiendo respuestas claras sobre el origen de sus posesiones de lujo y su implicación en posibles actos ilícitos. A pesar de su aparición pública durante el cambio de guardia de Pascua, la presidenta evitó abordar directamente las acusaciones en su contra.
Finalmente, la falta de transparencia y claridad por parte de Boluarte alimentó la especulación y la desconfianza en su liderazgo. Mientras tanto, el país aguarda respuestas sobre las implicaciones de los hallazgos en su residencia y el futuro de su gobierno en medio de la creciente controversia.
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