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Por: Manuel Arselles | Twitter: @marselles91

Una costumbre ancestral se resiste a desaparecer. Al amanecer, el sol se abre paso por las montañas de Huancayo para acompañar el sonido característico de centenares de campanas que anuncian la llegada de una vivencia cultural. Desde el barrio La Unión, Rosinda Guerra echó al andar sus alpacas hacia Sapallanga para intercambiar el chuño y las papas nativas de su chacra por los alimentos que necesita. Regresó feliz, agradeciendo a esta práctica tradicional que aún se mantiene vigente.

La ‘Ciudad Incontrastable’, denominada así a la capital del departamento de Junín, le dice al mundo que el trueque no ha desaparecido. Así como Rosinda, cientos de ciudadanos aprovechan este día para ofrecer sus productos o servicios a cambio de otros cuyo valor se reconoce como similar o necesario, sin que el dinero esté de por medio. A pesar de los años, se sigue practicando esta costumbre.

Las llamas y alpacas transportan la mercadería. Llegó el día y los propietarios eligen las más fuertes para adornarlas con tejidos coloridos. Antes de partir las cargan con las mejores cosechas de maíz, mashua y olluco, y viajan más de tres horas desde Sapallanca para realizar el recordado trueque. Parten de La Unión cargando esperanza porque regresarán con los alimentos que necesitan. El recorrido es accidentado en algunas partes, pero el paisaje aplaca cualquier molestia en el andar.

Rocío Cántara, regidora de Sapallanga, recordó que esta cultura ancestral la practicaba desde la niñez. «Recuerdo que cuando tenía 10 años escuchaba las campanitas desde el cerro San Cristóbal que hacían sonar las llamas. Yo creo que esa costumbre no se está perdiendo, al menos acá en Huancayo«, señaló.

No solo se ofrece alimentos, también se intercambia lana para confeccionar tejidos y pasto que son utilizados para que las alpacas y llamas se alimenten. «Nosotros estamos gustosos de darle la mano a quien lo necesita con este trueque», dijo un campesino a Latina Noticias. Esta práctica se mantienen en vigencia y todos los agricultores prometieron preservar esta cultura ancestral que los mantienen vivos.