El nervio vago conecta el cerebro con los órganos y regula funciones vitales. Estimularlo puede mejorar la salud física y mental. ¿Qué métodos existen?
¿Qué tienen en común el yoga, la meditación, el masaje y el canto? Todos estos son ejemplos de actividades que pueden estimular el nervio vago, una parte importante del sistema nervioso que conecta el cerebro con varios órganos vitales, como el corazón, los pulmones y el intestino. Es decir, este órgano es clave para nuestra salud física y mental.
El nervio vago es responsable de regular muchas funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión y la inflamación. También juega un papel clave en el control de nuestro estado de ánimo, el estrés y la ansiedad. Por eso se le llama a veces el “nervio de la calma”, ya que ayuda a activar el modo de “descanso y digestión” del cuerpo, en contraste con el modo de “lucha o huida” que se desencadena cuando estamos en peligro o bajo presión.
Pero ¿qué pasa si nuestro nervio vago no funciona bien? ¿Podemos hacer algo para mejorar su actividad y así beneficiar nuestra salud física y mental? Algunos expertos afirman que sí, y que existen formas de “reiniciar” el nervio vago para optimizar su funcionamiento. Veamos qué dice la ciencia al respecto.
El nervio vago es el décimo par craneal, es decir, uno de los doce pares de nervios que salen directamente del cerebro y se distribuyen por la cabeza y el cuello. Sin embargo, a diferencia de los otros pares craneales, el nervio vago se extiende más allá de esta región y llega hasta el tórax y el abdomen.
El nervio vago está formado por miles de fibras nerviosas que transmiten señales eléctricas entre el cerebro y los órganos internos. Estas señales pueden ser de dos tipos: aferentes o eferentes. Las señales aferentes son las que van desde los órganos hacia el cerebro, informando sobre su estado y funcionamiento. Las señales eferentes son las que van desde el cerebro hacia los órganos, dando instrucciones sobre qué hacer.
Se estima que el 80% de las fibras del nervio vago son aferentes, lo que significa que la mayor parte de su actividad consiste en enviar información al cerebro sobre lo que ocurre en nuestro cuerpo. Por ejemplo, el nervio vago detecta los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre, la presión arterial, la glucosa, las hormonas, las bacterias y otros factores que influyen en nuestra homeostasis (el equilibrio interno del organismo).
El otro 20% de las fibras del nervio vago son eferentes, es decir, que llevan órdenes del cerebro a los órganos para regular sus funciones. Por ejemplo, el nervio vago puede ordenar al corazón que baje o suba su ritmo, a los pulmones que respiren más rápido o más lento, al estómago que produzca más o menos ácido, o al intestino que se mueva más o menos para facilitar la digestión.
Además de estas funciones fisiológicas, el nervio vago también tiene un impacto en nuestras emociones y comportamientos. Esto se debe a que se comunica con áreas del cerebro involucradas en el procesamiento de las sensaciones, los recuerdos, los pensamientos y los sentimientos. Así, el nervio vago puede modular nuestra respuesta al estrés, al miedo, a la ansiedad o a la depresión.
La actividad del nervio vago se puede medir por la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC), que es la variación del intervalo entre cada latido del corazón. Una mayor VFC indica una mayor capacidad del cuerpo para adaptarse a los cambios internos y externos, lo que se asocia con una mejor salud física y mental. Una menor VFC indica una menor flexibilidad del organismo para responder a las demandas del entorno, lo que se relaciona con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, inflamatorias, metabólicas y psiquiátricas.
La VFC depende en gran medida de la actividad eferente del nervio vago, es decir, de las señales que envía el cerebro a los órganos para regular sus funciones. Por eso, se dice que una mayor VFC refleja una mayor actividad vagal, y viceversa.
Existen diversas formas de estimular el nervio vago y aumentar su actividad, lo que se traduce en una mayor VFC y una mejor salud. Algunas de estas formas son:
Estimular el nervio vago puede tener múltiples beneficios para nuestra salud física y mental. Algunos de estos beneficios son:
Existen numerosos estudios científicos que respaldan el efecto positivo de estimular el nervio vago sobre nuestra salud. Algunos ejemplos son:
Estimular el nervio vago de forma natural mediante actividades como las mencionadas anteriormente no tiene ningún riesgo para nuestra salud. Al contrario, puede ser muy beneficioso para prevenir o tratar diversas enfermedades.
Sin embargo, estimular el nervio vago de forma artificial mediante dispositivos eléctricos o farmacológicos puede tener algunos efectos secundarios o contraindicaciones, como náuseas, tos, ronquera, dolor de cabeza o infecciones. Por eso, este tipo de estimulación solo se recomienda en casos de enfermedades graves que no responden a otros tratamientos, y siempre bajo supervisión médica.
En conclusión, el nervio vago es una parte esencial de nuestro sistema nervioso que regula muchas funciones vitales y que influye en nuestro bienestar. Estimular el nervio vago de forma natural puede tener múltiples beneficios para nuestra salud física y mental, y puede ser una forma sencilla y efectiva de mejorar nuestra calidad de vida.
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