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Este domingo 31 de marzo se celebra una nueva fecha de Pascua de Resurrección y como cada año vemos muchas publicidades relacionadas a un conejo de Pascua y huevos de chocolate de colores.

La primera tradición relaciona a que dentro de la tumba en roca donde Jesús fue sepultado luego de la crucifixión había un conejo por las zonas cercanas. El conejo, asustado por la cantidad de personas que venían a ver a Jesús se dio cuenta que era el Hijo de Dios y le llevó de obsequio un huevo pintado en una canasta, como mensaje de paz y esperanza.

Otro posible origen de la leyenda viene de los antiguos pueblos del norte de Europa, donde se celebraba en abril una fiesta llamada «Pacua», donde el conejo era el personaje icónico de la ceremonia. Se le relacionaba a la fertilidad y a la diosa fenicia Atarté, deidad del amor y la madre naturaleza.

En el siglo XVI, el profesor de botánica Georg Franck explicó en su libro «Huevo de Pascua» que existía un mito donde un conejo traía huevos de chocolate, fiesta que da inicio a la primavera en el hemisferio norte.

¿QUÉ SIGNIFICAN LOS HUEVOS DE PASCUA?

Representan la fertilidad y la vida. En algunas zonas, se suele pintarlos y regalarlos como símbolos de renovación y resurrección, ligada a la fiesta de la Resurrección de Jesús.

La idea de celebrar con dulces es muy reciente y “es una costumbre urbana que también se adoptó en el campo, pero no al revés».

«El conejo de Pascua apareció por primera vez en las mismas regiones en las que apareció también el árbol de Navidad: en Alsacia, en la región del Palatinado y en el Rin del Norte. Son más bien zonas protestantes. Cada vez se dedicaba más tiempo a la educación de los niños, y el conejo de Pascua se introdujo como elemento mitológico que encajase en el aspecto educativo. En otras regiones fueron el gallo o la gallina, la cigüeña y el zorro», comenta para DW la doctora Karin Bürkert de la Universidad de Tuebingen en el Instituto Ludwig- Uhland de Ciencias Culturales Empíricas.

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