Una reciente investigación publicada en la revista «Current Biology» descubre que los niveles de placer y felicidad en parejas de roedores, causados por la hormona dopamina, se equilibran luego de cuatro semanas de separación. Esto es producto de un mecanismo de defensa del cerebro para superar la ruptura en relaciones. Este avance también podría ser estudiado en la conducta humana.
El estudio determinó que así como los topillos, tipo de roedor caracterizado por tener un cuerpo más robusto que los ratones, con relaciones monógamas experimentan altos niveles de de felicidad cuando pasan tiempo juntos, este sentimiento también puede alcanzar el equilibrio luego de la separación, pero no inmediatamente, sino a partir de las 4 semanas de que ya no se frecuenten.
Con esto, los investigadores postulan que se puede llegar a superar una ruptura, situación que de por sí es complicada emocionalmente para todas las especies, pues el propio cerebro se llega a adaptar ante la ausencia de la pareja.
«Tendemos a pensar que es como ‘superar una ruptura’ porque estos ratones de campo pueden formar un nuevo vínculo después de este cambio en la dinámica de la dopamina, algo que no pueden hacer mientras el vínculo aún esté intacto«, explicó la neurocientífico Zoe Donaldson, quien es la autora principal de la investigación.
En un artículo en la revista Current Biology, los científicos precisan que no se trata de que se olvidaron entre ellos, sino que lo que se se manifiesta es un situación de devaluación del vínculo entre las parejas de roedores.
La etapa experimental halló que los ratones de campo presionaban una palanca colocada por el estudio para que se abran las puertas y así puedan encontrarse con su pareja para tener contacto, como acurrucarse. Esto a pesar de que se colocaban nuevos ratones, igual preferían a sus parejas.
Sin embargo, a partir de cuatro semanas desde que separaron a las parejas de ratones, sin contacto alguno, estos volvieron a experimentar el placer y la felicidad a pesar de la ausencia de la pareja, ya que sus cerebros desarrollaron el sentimiento de desvinculación.
Si bien esta conclusión procede de la experimentación en roedores como ratones y topillos, también conocidos como campañoles, los investigadores del estudio buscan que su hallazgo también se aplique en humanos.
El fin de una relación amorosa en los humanos es una situación no deseada y complicada, la cual afecta a cada persona de una manera distinta. Mientras que algunas pueden superar el rompimiento en poco tiempo, a otros le puede costar días, meses y hasta años.
«Es posible que, para estas personas, la señal de dopamina de su pareja no se esté adaptando después de la pérdida, lo que esencialmente detiene el procesamiento de la pérdida», señala la doctora Zoe Donaldson.
La disminución prolongada de la hormona dopamina puede imposibilitar que las personas realicen sus actividades personales y laborales con normalidad, por lo que el objetivo de la principal investigadora del estudio realizado en roedores busca también ayuda a las personas a que nivelen esta hormona y puedan encontrar el equilibrio en su vida.
«Un objetivo más amplio de mi investigación es identificar formas de ayudar a quienes padecen un trastorno de duelo prolongado mediante la identificación de los cambios biológicos que les ayudan a integrar una pérdida y volver a involucrarse con la vida«, agrega Donaldson, quien precisa que su estudio busca ser aplicado en personas no solo que han pasado por rupturas amorosas, sino también duelos por fallecimiento de seres queridos.
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