Uno de los grandes momentos de la historia de los mundiales se vivió en Alemania 2006 en el choque de octavos de final entre Portugal y Holanda.
Se trataba de dos selecciones que destacaban por su buen toque de balón, pero el árbitro ruso Valentín Ivanov estropeó el partido. Con sus malas decisiones, exasperó a los jugadores y convirtió el encuentro en una verdadera batalla campal.
En medio de patadas y otras alevosas faltas, el juez terminó expulsando a cuatro jugadores, dos por cada equipo, y mostrando 16 tarjetas amarillas.
Un joven Cristiano Ronaldo tuvo que dejar el campo de juego lesionado. En medio de esa lluvia de faltas, Portugal se impuso por la mínima diferencia y clasificó a la siguiente etapa.
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