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La mañana del jueves 27 de marzo, Miriam Zevallos recibió una llamada inesperada de la clínica donde había sido atendida su hija Kayla. Hasta ese momento, nadie le había confirmado que sus sospechas a la muerte de su única hija de un año, podría haber sido a causa del suero defectuoso de Medifarma.

UNA CONSULTA QUE TERMINÓ EN TRAGEDIA

Kayla era una bebé sana, alegre y llena de vida. Sus padres la llevaron a la clínica SANNA de San Borja el 20 de marzo debido a un cuadro de diarrea. Siguiendo las indicaciones médicas, decidieron internarla para evitar una deshidratación. Le colocaron un suero para estabilizarla. Horas después la bebé empezó a convulsionar.

“No tenía por qué pasarle esto, solo la llevamos por una diarrea… pensé que el suero la estaba ayudando, pero la estaba matando”, cuenta su madre.

Los médicos intentaron reanimarla, pero la situación se agravó rápidamente. Fue trasladada al hospital Almenara, donde falleció tres días después.

ERROR FATAL

Días después, la clínica SANNA admitió en una reunión privada con los padres que habían detectado problemas con el suero Medifarma, pero que solo tras la muerte de Kayla y otros dos pacientes se dieron cuenta la magnitud del daño. La alerta oficial de DIGEMID llegó el 22 de marzo, cuando para Karla ya era demasiado tarde.

Medifarma, a través de un escueto comunicado, ha reconocido la falla en su producto y ha pedido disculpas, pero sus directivos, Luis Alberto Kanashiro y Luis Rengifo Moy, no han dado la cara. La clínica SANNA de San Borja tampoco ha querido brindar declaraciones públicas.

Los padres de Kayla han presentado una denuncia contra los responsables. “No vamos a parar hasta que se haga justicia”, sentencian.

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