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Por Marco Zanelli Berríos

Si la calle es una selva de cemento, como dice la salsa, Latina Noticias comprobó que las fieras más salvajes también pueden encontrarse en las ciclovías de Lima. Tras el fatal accidente en la Panamericana Sur, que acabó con la vida de dos ciclistas, el Equipo Multiplataforma se subió a las bicicletas para vivir en carne propia cómo es que la capital peruana puede convertirse en la principal enemiga de los pedaleantes.

Un estudio nos advirtió que el itinerario no sería seguro: el «Informe del Estado Situacional de los Ciclistas en el Perú 2021-2022«, realizado por el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, señalaba que solo en 2022 hubo un total de 837 siniestros de tránsito para quienes se transportan en bicicleta. Según la misma entidad en los últimos cinco años han fallecido 230 ciclistas. Una cifra que bien podría ser un llamado a pensar de manera urgente cuánto está cambiando el panorama para este transporte.

Con esto en mente, elegimos un itinerario principal: recorrer la ciclovía más larga de Lima, que abarca aproximadamente 14 kilómetros. Empieza en el distrito de San Miguel y va hasta Los Olivos. Nuestro destino elegido era Plaza Norte. Arrancamos a las 12:45 a.m., en el cruce de las avenidas Universitaria y La Mar. No pasaron ni cinco minutos cuando nos topamos con el primer obstáculo: un autobús amarillo al que no le importó la luz verde de la ciclovía y se estacionó mientras buscaba dar la vuelta.

CICLOVÍAS INVADIDAS

Avanzamos en línea recta por la misma vía. Cruzando la avenida Venezuela, el paisaje cambió: la ciclovía parecía más descuidada. A nuestro lado, pasó desde una moto lineal hasta triciclos motorizados que buscaban ahorrarse unos minutos en el tráfico y tomaron una ruta que no les correspondía. Continuamos hasta atravesar las caóticas avenidas Colonial y Argentina, e ingresamos más adelante al distrito de San Martín de Porres.

Luego de pasar los rieles de la avenida Enrique Meiggs, una combi nos cortó el camino. Poco más adelante, la ciclovía se transformó en una larga vereda sobre la que se posicionaron carritos de comida ambulante que interrumpieron nuestro libre tránsito. A ellos se sumaron los transeúntes, a quienes había que pedirles reiteradamente que abran paso con el sonido de nuestras campanas.

Metros más adelante, una combi se pasó la luz roja y nos obligó a detenernos de golpe hasta casi perder el control. Tras varios kilómetros, en los que evadimos más transeúntes y bolsas de basura, pudimos llegar a Plaza Norte, en Los Olivos. Ilesos, sin duda, pero expuestos a múltiples peligros.

LOS RIESGOS MÁS COMUNES

¿Cuáles son los riesgos más comunes que los ciclistas encuentran en Lima? Mauricio Zegarra, portavoz de la organización civil Cicloaxión, mencionó a Latina Noticias que estos surgen surgen, en su mayoría, por una falta de infraestructura. «Son principalmente dos peligros los que tenemos: la falta de segregación (vial) y los giros a la izquierda (en las ciclovías). Eso va a hacer que haya muchas invasiones en las ciclovías», señaló.

Para el especialista, los segregadores viales y los bastones que existen en las ciclovías limeñas son insuficientes o están en mal estado. Un hecho que Latina Noticias corroboró durante otras dos jornadas en bicicleta. En la avenida La Marina, por ejemplo, llega un punto en que las líneas que marcan la ruta para bicicletas se pierden, mientras en la avenida Francisco Pizarro, en el distrito del Rímac, hay bastones que parecen haber sido arrollados y nadie se ha molestado en reponerlos.

Zegarra también resaltó el papel clave que juegan las municipalidades en velar por la seguridad de los ciclistas. «La función de los municipios es reducir la velocidad de las zonas residenciales e, incluso, en las avenidas… Ese es su rol ahora: pacificar las ciclovías, bajar a 30 km por hora (la velocidad de vehículos motorizados) en zonas residenciales y a 50 km en avenidas», argumentó.

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