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Un inusual suceso estremeció los alrededores de la bulliciosa Nueva York el pasado viernes, cuando un sismo de magnitud 4,8 sacudió la región, sorprendiendo a residentes y transeúntes por igual. El Instituto de Geofísica de Estados Unidos (USGS) fue el primero en reportar el evento telúrico, que ocurrió a las 14H23 GMT (10H23 hora local), a escasos 7 kilómetros al noreste de la estación Whitehouse, en Nueva Jersey, el estado fronterizo con Nueva York, al otro lado del majestuoso río Hudson.

El epicentro se situó a una profundidad de apenas 5 kilómetros, según los datos proporcionados por el USGS. Afortunadamente, no se registraron daños ni heridos de importancia de manera inmediata. Fabien Levy, portavoz del alcalde de Nueva York, Eric Adams, tranquilizó a la población indicando que, hasta el momento, no se contaba con información sobre daños significativos, pero que se continuaba evaluando la situación de manera constante.

La emblemática cuenta del Empire State Building también ofreció su tranquilidad con un simple mensaje: «ESTOY BIEN». A pesar de su ligereza, el temblor se hizo sentir en varios barrios de Manhattan y Brooklyn, desatando una avalancha de publicaciones en las redes sociales sobre la experiencia compartida del sismo.

El impacto del fenómeno natural incluso alcanzó la sede de las Naciones Unidas, donde las cámaras que transmitían la reunión del Consejo de Seguridad sobre la crisis humanitaria en Gaza empezaron a tambalearse, interrumpiendo brevemente la sesión. La representante de la ONG Save the Children, Janti Soeripto, detuvo su discurso sobre la desgarradora situación de hambruna y muerte para preguntar: «¿Es un terremoto?».