TOURNAI, Bélgica, 12 nov (Reuters) – Vestidos con elaboradas prendas sacerdotales, modelos voluntarios recorrieron la pasarela con música de órgano en la catedral de la ciudad belga de Tournai.
El inusual espectáculo organizado el miércoles por la catedral forma parte de un esfuerzo por promocionar su colección de tejidos religiosos, que dice ser la más rica de Bélgica. En ella se exhibieron unas 30 prendas, entre ellas las capas litúrgicas conocidas como casullas, bordadas con hilos de oro y plata.
Era la primera vez en 50 años que las prendas se mostraban al público, expresó el historiador de la catedral Michel-Amand Jacques.
Rudy Opsomer, presidente de los Amigos de la Catedral de Tournai, enfatizó que las prendas solían guardarse en las recámaras de la iglesia, fuera de la vista del público.
«Es una pena que ya no sean visibles para el público en general», dijo Opsomer. «Es una oportunidad para admirar cosas más allá del lado religioso de estas prendas».
Durante la exposición, los modelos presentaron las prendas, que mostraban la evolución del atuendo sacerdotal desde el siglo XVII hasta el XXI, a un público de unas 100 personas. Los ornamentos que datan del siglo XV y que se guardan en la catedral eran demasiado frágiles para ser vestidos.
Opsomer manifestó que, dado que los trajes se consideran sagrados, no podían ponérselos otras personas que no fueran funcionarios religiosos. La tradición eclesiástica obliga al personal de la catedral a quemar las prendas una vez deterioradas.
Por eso, mencionó que tuvieron suerte de contar con el permiso del obispo de Tournai, Guy Harpigny, para celebrar el espectáculo.
La forma de vestir de los sacerdotes ha evolucionado a lo largo del tiempo, formuló Jacques, y las prendas más detalladas y extravagantes que se usaban en el periodo barroco han sido sustituidas por otras más sencillas que siguen las directrices establecidas por el Concilio Vaticano II de 1965.
En el siglo XVIII, declaró Jacques, un conjunto de ropas de sacerdote costaba entre 15.000 y 18.000 libras francesas, lo que hoy equivale a entre 250.000 y 300.000 euros (entre 286.000 y 343.000 dólares), el mismo precio de una iglesia de tamaño medio en aquella época.
«Los tiempos han cambiado, la iglesia ha cambiado», expresó Jacques. «Tenemos que ponernos en la piel de la gente de aquella época, en el siglo XVII o XVIII, cuando estos ornamentos eran una ofrenda a Dios».
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