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En el vasto lienzo de la bóveda celestial, un evento cósmico se prepara para cautivar las miradas del mundo una vez más. Abril del año 2024 marca el retorno del misterioso y majestuoso Cometa Diablo, una visita celestial que solo se concede cada siete décadas. Con sus imponentes 37 kilómetros de diámetro y su distintiva silueta adornada con lo que parecen cuernos, este viajero interestelar se aproxima a nuestro hogar planetario con una elegancia propia de los astros.

Bautizado formalmente como 12P/Pons-Brooks, este cometa sigue una danza cósmica alrededor del Sol cada 71,2 años, una coreografía celestial que nos permite vislumbrarlo solo en raras ocasiones. Sus dimensiones, tres veces mayores que las del imponente monte Everest, son testigos mudos de su magnificencia astronómica. Sin embargo, sus protuberancias, el resultado de fracturas internas recientes que han provocado la pérdida de hielo y polvo cósmico, añaden un misterio adicional a su ya enigmática figura.

La historia de este errante viajero cósmico se remonta a siglos atrás, cuando fue avistado por primera vez en el año 1812 por el ojo observador del astrónomo francés Jean-Louis Pons. Su redescubrimiento en 1883, gracias al azaroso encuentro con el telescopio del astrónomo estadounidense William Brooks, selló su destino de llevar consigo los nombres de ambos pioneros del firmamento. No obstante, relatos antiguos provenientes de China sugieren que el Cometa Diablo pudo haber sido conocido desde tiempos aún más remotos, añadiendo capas de misterio a su legado celestial.

El punto álgido de esta odisea cósmica está programado para el domingo 21 de abril de 2024, cuando el cometa alcanzará su perihelio y se dejará ver en todo su esplendor en el hemisferio sur, incluyendo el majestuoso cielo peruano. Los expertos aconsejan a los entusiastas astronómicos dirigir sus miradas hacia el oeste, aproximadamente 45 minutos después del ocaso, para tener la mejor oportunidad de presenciar este espectáculo celeste. Se espera que su brillo alcance su máximo esplendor en estos momentos, mientras se ubica en la parte baja de la constelación Tauro, cerca del horizonte.

Sin embargo, la paciencia será una virtud indispensable para aquellos que deseen observar el Cometa Diablo en su plenitud. A medida que avance el tiempo, su brillo se desvanecerá gradualmente, y aunque su aproximación más cercana a la Tierra se producirá en la primera semana de junio, será necesario recurrir a binoculares para capturar su débil resplandor en el vasto lienzo celeste.