En el día de la Concienciación sobre el Autismo, conoce la historia de Enrique ‘Kike’ Chumpitaz, quien desde pequeño aprendió que las barreras solo existen si uno las deja crecer. A los tres años y medio fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA), un diagnóstico inesperado para sus padres, pero que nunca fue un impedimento para que alcanzara sus sueños.
Hoy, con 43 años, Kike lleva 12 años trabajando en un restaurante de comida rápida, donde recientemente fue ascendido a entrenador. Desde los 19, ha demostrado que las personas con autismo pueden integrarse plenamente en la sociedad y contribuir económicamente en el hogar. Cada mañana, se despierta temprano, tiende su cama y toma el transporte público rumbo a su trabajo, donde arma cajas, limpia mesas y enseña a sus compañeros con el entusiasmo que lo caracteriza.
Pero su vida no solo gira en torno al trabajo. Kike ha sido un destacado nadador paralímpico, logrando más de 400 medallas en competencias nacionales e internacionales. Representó al Perú en torneos en Estados Unidos (1999), Irlanda (2003) y Grecia (2011), dejando en alto el nombre del país. Además, su pasión por la marinera lo ha llevado a dominar este baile con gran destreza, mostrando que el arte también es parte de su vida.
En el Perú, el acceso a un diagnóstico de autismo sigue siendo un desafío. Según el Ministerio de Salud, en 2020 solo se certificó a 5,328 personas con TEA, una cifra mínima considerando que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la prevalencia en el país superaría las 204,000 personas. Esto significa que más del 97% de la población autista en el país no cuenta con un diagnóstico oficial, lo que dificulta su acceso a terapias y oportunidades de inclusión.
Kike egresó del Centro Ann Sullivan del Perú, donde aprendió habilidades para la vida y la independencia. Liliana Mayo, directora de la institución, destaca su historia como una inspiración para muchas familias: “Nuestros hijos con autismo tienen una mente poderosa. Con el apoyo correcto, pueden lograr grandes cosas”.
Su padre, Fermín Chumpitaz, comparte ese sentimiento y recuerda con orgullo sus logros: “Siempre creímos en él. Sabíamos que podía ser independiente, que podía trabajar, hacer su vida… Y lo está logrando”.
El distrito de San Miguel, donde vive, lo condecoró con la Medalla de la Ciudad en reconocimiento a su esfuerzo y perseverancia. Kike Chumpitaz es la prueba de que, con apoyo y determinación, las personas con autismo pueden alcanzar sus metas. “Todo se puede, todo va a salir muy bien”, asegura con una sonrisa, dejando un mensaje de esperanza para muchas familias.
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