El pasado 10 de febrero, el cielo del desierto de Mojave, en California, Estados Unidos, fue testigo de un acontecimiento histórico en la aviación civil: el avión demostrador XB-1, desarrollado por Boom Supersonic, rompió la barrera del sonido durante su segundo vuelo supersónico. Este logro no solo representó un avance significativo en la tecnología aeronáutica, sino que también fue inmortalizado por la NASA mediante una técnica fotográfica especializada que capturó las ondas de choque generadas al superar Mach 1 (unidad adimensional utilizada para medir la velocidad de los aviones y equivale a la velocidad del sonido).
Para documentar este fenómeno, la NASA empleó la fotografía Schlieren, un método que permite visualizar las variaciones en la densidad del aire causadas por objetos que se desplazan a velocidades supersónicas. Esta técnica, desarrollada en 1864 por el físico alemán August Toepler, es utilizada en la actualidad para estudiar flujos de aire en situaciones de alta velocidad, como en aeronáutica y balística.
Durante el vuelo del XB-1, equipos de la NASA en tierra utilizaron telescopios equipados con filtros especiales para detectar las distorsiones del aire. El piloto jefe de pruebas de Boom Supersonic, Tristan ‘Geppetto’ Brandenburg, desempeñó un papel crucial al posicionar la aeronave en el momento y lugar precisos sobre el desierto de Mojave, permitiendo que las cámaras capturaran las ondas de choque mientras el avión volaba frente al Sol.
El XB-1 es un avión demostrador diseñado para probar tecnologías que permitan vuelos supersónicos sin generar explosiones sónicas audibles en tierra. En enero de 2025, se convirtió en el primer avión civil supersónico construido en Estados Unidos y el primero desarrollado de forma independiente en superar la velocidad del sonido.
Este demostrador es el precursor del avión comercial supersónico de Boom, denominado Overture, que ya cuenta con 130 pedidos anticipados de aerolíneas como American Airlines, United Airlines y Japan Airlines. La compañía tiene como objetivo que Overture esté en operaciones antes de finales de la década, transportando entre 64 y 80 pasajeros a Mach 1.7, aproximadamente el doble de la velocidad de los aviones subsónicos actuales.
Uno de los principales obstáculos para la adopción de la aviación supersónica ha sido el estruendo sónico, un fuerte ruido generado cuando una aeronave supera la velocidad del sonido. Este fenómeno ha llevado a restricciones que limitan la posibilidad de romper la barrera del sonido sobre áreas pobladas.
Sin embargo, durante el vuelo del XB-1, los equipos de la NASA recopilaron datos sobre el volumen del sonido producido y descubrieron que no se escuchó ningún ruido sónico al llegar al suelo. Este avance es fundamental para el futuro de los vuelos comerciales supersónicos, ya que minimizar el efecto sónico es clave para su viabilidad y aceptación pública.
La colaboración entre Boom Supersonic y la NASA representa un paso significativo hacia el regreso de los vuelos comerciales a velocidades supersónicas. Con la tecnología actual y los avances en diseño y materiales, es posible que en un futuro cercano los pasajeros puedan volar a cualquier parte del mundo en menos tiempo y de manera más eficiente.
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