Una nueva investigación, publicada en Brain Imaging, evidencia que las personas con obesidad tienden a tener respuestas cerebrales más pronunciadas frente a las recompensas monetarias.
Para el estudio, liderado por Maike Richter, psicóloga clínica autorizada y miembro del grupo de investigación de Psiquiatría Traslacional de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, se examinaron regiones cerebrales específicas que están involucradas en el procesamiento de recompensa. Estas regiones incluyen la ínsula, la corteza orbitofrontal (OFC) y el cuerpo estriado.
Fueron 383 participantes que se sometieron a una resonancia magnética funcional (fMRI), mientras participaban en un juego de adivinanzas de cartas diseñado para simular el procesamiento de recompensas.
Durante el juego, los participantes recibían recompensas monetarias. Este estudio posibilitó a los investigadores examinar cómo reaccionaban los cerebros de los participantes ante la perspectiva de obtener recompensas y cómo estas reacciones se relacionaban con su índice de masa corporal (IMC).
Es así que se pudo determinar que mientras más peso tenía las personas, su región de la ínsula se activaba frente a la posibilidad de recompensa. Por lo que, los especialistas deducen que los cerebros de personas con IMC más altos podrían ser más sensibles a los estímulos gratificantes.
“La principal conclusión de nuestro estudio debería ser que los cerebros de las personas con obesidad responden más fuertemente a las recompensas (¡dinero, no solo recompensas de comida!) que los de las personas dentro del rango de peso normal”, dijo Richter a PsyPost.
“Este hallazgo respalda estudios anteriores que encontraron aberraciones en el volumen cerebral en áreas que procesan recompensas en participantes con obesidad”, añadió,
En ese sentido, la especialista resaltó que el estudio aún es limitado; sin embargo, da pie a que se continúen con las investigaciones para descubrir la historia completa detrás del papel del cerebro en la obesidad.
“Este fue un estudio transversal”, explicó Richter. “Aún no sabemos si una excesiva capacidad de respuesta a las recompensas es un factor que hace que las personas sean más propensas a comer en exceso y, por tanto, a desarrollar obesidad, o si es una consecuencia de tener obesidad. Esto debería abordarse en futuras investigaciones longitudinales con varios tiempos de medición”, acotó.
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