Romina Antoniazzi, periodista de profesión, entró a un mundo que, por décadas, fue exclusivo para hombres: el periodismo deportivo. De eso, de su experiencia en la FPF y con la selección peruana en el mundial Rusia 2018 trata esta entrevista imperdible.
Por Alonso Gente
De periodista de cancha a jefa de prensa en la “Era Gareca”. Ese es el recorrido que Romina Antoniazzi relata en su libro Mi Mundial – Crónica de una mujer de fútbol. La periodista nos recibe en La Florida, el corazón del Sporting Cristal y, en esta charla, nos relata las barreras que enfrentó como una de las primeras mujeres en cubrir fútbol a ras de cancha y su experiencia liderando las comunicaciones en la Federación Peruana de Fútbol durante el inolvidable proceso que llevó a la selección nacional al Mundial de Rusia 2018. Comencemos.
En tu libro «Mi mundial – Crónica de una mujer de fútbol», mencionas que sentiste que te minimizaban por ser «una mujer en un mundo de hombres». ¿Podrías contarnos alguna de esas experiencias?
El primer año fue el más duro, después siento que pude transformar esa visión que tenían de mí. Pasé de ser la mujer que ofendía con su presencia a la chica que era vista con cariño porque era un lunar en medio de un mundo de hombres.
Uno de los momentos que recuerdo es cuando fui al estadio para cubrir con CMD uno de mis primeros partidos importantes, el clásico del fútbol peruano. En ese momento no era común ver mujeres a ras de cancha, pero ese día me tocó ubicarme con el camarógrafo detrás de uno de los arcos, justo frente a las tribunas populares.
A los segundos de tomar posición, comenzaron a insultarme. Ahora ya casi nadie le dice nada a las mujeres cuando realizan su trabajo en el estadio, pero aquella vez yo parecía la enemiga de la barra. Me decían de todo, «¿qué haces ahí?», «cocina», «vete a la cocina» y me afectaba porque en un momento fue casi toda la barra la que empezó a gritar, en ese momento sentí que mi presencia ofendía.
Pasé de la indignación a querer llorar, pero no me lo permití. Decidí tranquilizarme y no hacer caso. A lo largo de mis años como periodista deportiva, adopté una estrategia que me ayudó mucho: “A palabras necias, oídos sordos”. Si una se enfoca en cada insulto que recibe, termina en el piso, se deprime y no sale adelante.
Antes de convertirte en una periodista netamente de fútbol, trabajaste en polideportivos, ¿sentías ese mismo machismo y discriminación?
No, nunca. Digamos que el rockstar de los deportes es el fútbol, mientras que los polideportivos estaban un poco más abiertos. De igual manera, no había muchas mujeres dentro de este ámbito; siento que aún no veían al periodismo deportivo como una opción.
Lamentablemente, el deporte se asociaba con una actividad física hecha para hombres. Yo, en el colegio, nunca llevé fútbol. En mi colegio me enseñaron cómo lanzar una jabalina, a lanzar una bala, pero no a patear una pelota.
¿Además de la discriminación, sufriste alguna dificultad con algún jugador?, ¿en algún momento te pusiste nerviosa al entrevistar a alguno de ellos?
Muchas veces, especialmente al principio. Por ejemplo, ahora trabajo con Jorge Soto, pero cuando comencé como reportera, él era jugador de Cristal y por su carácter fuerte yo le tenía un miedo terrible.
Jorge no paraba a conversar con la prensa, seguía de frente y tenía que perseguirlo para sacarle alguna palabra. Una vez, decidí plantarme frente a él para que no pasara de largo y lo hice, pero la entrevista fue muy mala porque él hablaba poco y yo estaba nerviosa. Sin embargo, ahora lo fastidio mucho, le digo que era un malvado y él se ríe y lo admite.
¿Hubo alguien a quien hubieses querido entrevistar y no pudiste?
En el ámbito nacional, no tanto, pero si hablamos de sueños, siempre quise entrevistar a Cristiano Ronaldo, Roger Federer, Rafael Nadal y si me pongo más ambiciosa, a Michael Jordan. Ellos son grandes ídolos para mí.
Cambiando de tema, ¿crees que pasaste demasiado rápido a ser jefa de prensa de la selección peruana? ¿O te hubiese gustado empezar en un club y luego dar ese salto?
En ese momento, yo estaba con ganas, madurez, conocimiento y personalidad. Fue una apuesta de personas que creían en mi potencial. Tuve la suerte, la dicha y el privilegio de contar con buenos líderes. El profesor Ricardo Gareca en ese momento hizo muchas cosas positivas, al punto de llevarnos a un Mundial.
Empezar en la selección me permitió entender cómo se vive el fútbol en ese entorno, cómo se trabaja, con quiénes te enfrentas, el nivel de los rivales, la presión mediática de todo un país. En esos años, vivimos cosas que nunca habíamos experimentado. Es como aprender a manejar un camión y después subirse a un sedán y pasearse.
¿Qué tanto influyó que Daniel Peredo recomendara tu perfil para el puesto?
Daniel era el periodista deportivo más respetado en el país, para las personas que hicieron la convocatoria debió ser clave escuchar lo que les dijo de mí. El fue muy honesto, me dijo que creía en mí y me dio muchos consejos. Me acuerdo que me dijo: ‘Cuando te acepten como jefa de prensa, ¿puedo dar yo la primicia?’ Y por supuesto que le dije que sí. Finalmente, fue él quien lo anunció en Twitter.
Siendo la única mujer en el equipo de prensa de la FPF, ¿cómo fue lidiar con cada uno de los jugadores? ¿Cómo lograste que te respeten, te escuchen y te hagan caso?
Ya llevaba siendo periodista deportiva diez años, así que la gente me conocía. Los chicos no hacían nada fuera de lugar, eran como hijos para mí. Siempre digo que fue clave tener los ojos y oídos abiertos, saber escuchar, observar las necesidades, y luego hacer mi trabajo.
En tu libro mencionas algunos roces con otros periodistas mientras estuviste en la FPF, ¿sientes que alguna vez intentaron aprovecharse de tu cargo en la selección para conseguir una exclusiva o algún tipo de privilegio?
No creo que hayan intentado aprovecharse; sería exagerado pensar eso, pero muchos colegas no comprendieron el rol que tenía ni los cambios que debíamos implementar. Prohibimos que los jugadores dieran declaraciones desde el estacionamiento de la Videna, no era serio que un jugador atendiera a la prensa desde su carro. Esas estrategias eran necesarias, pero iban en contra de las necesidades inmediatas de algunos periodistas, por lo que me criticaron duramente.
Como autocrítica, siento que en algunas decisiones fuimos demasiado radicales pero necesitábamos imponer un orden claro. Sin embargo, debí haberme acercado más a los periodistas para explicarles los motivos detrás de esos cambios. Con el tiempo las cosas se fueron aclarando, y hoy mantengo una relación respetuosa con muchos colegas con quienes en algún momento tuve alguna fricción.
Viviste ambas caras de la moneda con la selección. Al inicio nos fue muy mal, pero terminamos clasificando. ¿Cómo se vive desde adentro de la FPF y se da la cara después de cada resultado?
La selección siempre genera una carga adicional porque todo el país se detiene por un buen o mal resultado. En un buen resultado te aman, en uno malo te odian. Yo estuve en una etapa muy buena, acompañada de buenos resultados y el trabajo se multiplicó, pero en un ambiente positivo.
Cuando a la selección le va mal, igual es complicado, porque vives bajo la dictadura del resultado. Manejar a la prensa y la opinión pública es difícil, ya que perder un partido puede afectar el estado de ánimo de todo un país. Siempre es una carga importante de trabajo independientemente del resultado. A mí me tocó el lado positivo, pero no fue fácil porque tuvimos el tema de Paolo, la pelea por los puntos en el TAS y más cosas que nos sucedieron.
¿Cuáles fueron las estrategias que tomaste para manejar el caso de Paolo y el doping a puertas del partido por el repechaje?
Fueron días muy complejos, la historia de cómo se llegó a ese resultado (doping) se tejió de muchas maneras. La prensa estaba fascinada, todos los días había algo nuevo. Fue similar al caso de Ciro Castillo. Para el equipo fue difícil desconectarse de todo eso, pero contábamos con Marcelo Márquez, el psicólogo, y el mismo profesor Gareca. Todos intentaron que los jugadores se concentraran netamente en jugar, los blindamos. Fue difícil, pero al final hicieron un gran trabajo, sabían que el mejor homenaje a Guerrero era regalarle el boleto al Mundial.
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