Lima

Renato Cisneros: “Todos tenemos que tomar una decisión radical que nos puede cambiar la vida”

Por Karina Castro

El escritor y periodista peruano presentó ‘El mundo que vimos arder’ en la Feria Internacional del Libro de Lima 2023, su más reciente novela en la que aborda temas como la problemática de la migración, el sentimiento de patria, el arraigo y las guerras que enfrenta el mundo y el Perú. Conversamos con él en entrevista exclusiva en Latina Noticias Digital. 

Con un lleno total en la sala Blanca Varela, junto a los escritores Jeremías Gamboa y Claudia Piñeiro, Renato Cisneros presentó su libro en la FIL y tendrá su último encuentro con sus lectores el domingo 06 de agosto las 2 pm en la sala El Tungsteno, en donde firmará ‘El mundo que vimos arder‘ y sus anteriores títulos, según anunció en sus redes sociales. Luego de la FIL, encuentran el libro en las principales librerías.  

Renato Cisneros consigue presentar historias paralelas de peruanos que se fueron de Perú, ya sea porque se vieron obligados a hacerlo o no, que se complementan desde el inicio hasta el fin de la novela y que dejan claro que todos tienen una guerra que enfrentar por todas las vueltas que atraviesan en la vida.  

«Ahora mismo yo siento que el Perú, por ejemplo, es un país que también está ardiendo, que está en conflicto permanente, en tensión desde hace ya un buen tiempo. Sí creo que hay varios mundos que están ardiendo en paralelo y que los estamos viendo desaparecer», explica Cisneros. 

A diferencia de ‘La distancia que nos separa‘ y ‘Dejarás la tierra‘, libros en donde los protagonistas son los familiares de Renato Cisneros y él, ‘El mundo que vimos arder‘ es una novela de ficción en donde encontramos a nuevos personajes que cuentan su propia historia. 

Personajes como Matías Giurato Roeder, un peruano que realmente existió y participó en la Segunda Guerra Mundial en las filas estadounidenses. Situación que Matías no buscó, pero sucedió como suceden las paradojas de la vida. Renato Cisneros reconstruye su historia con pasajes emocionantes sobre su vida y participación en la guerra. 

Todos los personajes son migrantes en busca de un futuro mejor, anhelo que el Perú no les pudo dar, o quizá fueron las circunstancias desfavorables que les tocó vivir las que no les permitieron encontrarlo. También se dan cuenta que al irse no han sustituido su vida anterior, sino que es su prolongación en otra línea geográfica. Son dos vidas diferentes y alejadas una de la otra, pero sí en paralelo. 

Al conocer las historias de ‘El mundo que vimos arder‘ surgen cuestionamientos sobre el arraigo y el sentimiento de patria y de pertenencia que han ido cambiando. Renato Cisneros consigue que uno se pregunte qué es la peruanidad y cómo esta se manifiesta en uno. 

«Las generaciones más jóvenes sienten por el mundo un apego que por lo menos mi generación no sentía. Nosotros sentimos una curiosidad, pero no fuimos formados ni criados para vivir fuera del Perú», remarca Cisneros. 

LOS PERSONAJES

Matías Giurato Roeder es un trujillano que detesta la vida que tiene junto a su padre y su familia, a la que sí quiere mucho es a su madre. Su mayor sueño es conocer Hamburgo, ciudad alemana en la que vive su abuelo materno y otros familiares, a quienes conoce por fotos y cartas que constantemente le envía su abuelo. 

«Él desde muy chico tiene ese deseo de dejar la casa paterna, irse de Trujillo, irse del Perú. Y no recuerdo exactamente cuándo me fui dando cuenta que todos los personajes tenían una historia migratoria o eran el resultado de algún cruce de culturas», señala el autor.

También está el periodista peruano que regresa a Madrid luego de una corta estadía en Perú, viaje que realizó luego de separarse de su esposa. Tiene que rehacer su vida y una de sus pendientes es mudarse. Sus dilemas son escuchados por el taxista que lo lleva del aeropuerto a su nuevo departamento. ¨¿A dónde vamos, maestro? ¨, le dice el taxista cuando lo aborda e inmediatamente sabe de que se trata de otro peruano. 

El taxista dejó el Perú junto a su esposa ya que ella recibía frecuentes amenazas. La confundían de terrorista solo por ser estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. También le contó en el trayecto al periodista que los militares iban a la zona del Rímac en donde vivían y que les decían a los vecinos que tengan cuidado de ellos porque eran parte de Sendero Luminoso. 

En entrevista exclusiva con Latina Noticias Digital, Renato Cisneros nos cuenta detalles muy interesantes de ‘El mundo que vimos arder’. Conversamos sobre el motivo del título del libro, las peculiaridades de los personajes, la migración, las guerras que enfrentamos, el sentimiento de patria, el Perú y mucho más. 

LA ENTREVISTA

Encontramos historias paralelas de peruanos como tú, como yo, que tienen la necesidad en un momento de salir del país. Quizá al verse en la obligación de hacerlo o sino también por el deseo de irse del país. Tenemos a un periodista peruano y también a otro peruano, trujillano, que participa de otra manera en la Segunda Guerra Mundial, y ahí hay toda una historia. Coméntame sobre ese tema de la migración en el libro. 

Bueno, para mí el personaje principal es efectivamente Matías Giurato Roeder, este peruano nacido en Trujillo que por una serie de hechos azarosos, termina participando en la Segunda Guerra Mundial. Participando de los bombardeos sobre ciudades europeas. 

Él desde muy chico, lo único que quiere hacer en su vida es conocer Hamburgo, la ciudad de su madre. Su madre es una inmigrante alemana que vive en Trujillo. Su padre es un inmigrante italiano. Él desde muy chico tiene ese deseo de dejar la casa paterna, irse de Trujillo, irse del Perú. Y no recuerdo exactamente cuándo me fui dando cuenta que todos los personajes tenían una historia migratoria o eran el resultado de algún cruce de culturas. 

Y me pareció interesante remarcar eso y en adelante me preocupé de que todos los personajes, los más protagónicos e incluso los que aparecen en segundo plano, todos tuviesen o doble nacionalidad o algún tipo de experiencia migratoria a sus espaldas.  

Un poco porque yo mismo estoy viviendo una experiencia de migración desde hace 9 años. Y porque me parece que hoy ese es uno de los temas que está en el centro de la agenda del mundo, ¿qué hacer con los migrantes en España? Hay un gran debate respecto de eso. Aquí en el Perú también nos hemos conflictuado sobre cómo gestionar la presencia de tantos migrantes venezolanos, por ejemplo, que ya constituyen, creo que 1 millón, sino bastante más. 

Entonces me interesaba que a través de esta historia ese tema se discuta y que los lectores marquen una posición personal respecto a eso. Creo que, por ejemplo, categorías que durante muchos siglos diría que han sido sólidas e incuestionables como la categoría de patria. Siento que empezó a diluirse, a discutirse un poco más.  

Las generaciones más jóvenes sienten por el mundo un apego que por lo menos mi generación no sentía. Nosotros sentimos una curiosidad, pero no fuimos formados ni criados para vivir fuera del Perú. 

Muchos de ellos dejaron el país a pesar suyo porque el país los expulsó, los vomitó, no les dio las condiciones de vida mínimas. Otros porque voluntariamente han decidido exiliarse. Son 3 millones de peruanos que viven fuera y que seguramente tienen un vínculo con el Perú a su manera. 

Mencionabas que casi todos los personajes tienen una doble nacionalidad. El taxista también, por ejemplo. 

Sí es un taxista peruano que vive en España desde hace 25 años. Se va porque su esposa estudiaba aquí en una universidad en donde sentía perseguida en el momento de Sendero Luminoso. En los 90, cuando los militares entran a las universidades, su esposa es identificada como una presunta sospechosa vinculada supuestamente con el terrorismo y entonces se sentían perseguidos.  

Se van en condiciones inseguras, no se van legalmente, se van sin un Seguro Social, sin tener claro cuál iba ser su destino en España. Mi experiencia migratoria fue absolutamente privilegiada en comparación con esa y creo que es el doble estándar migratorio que uno encuentra en cualquier país: migrantes que llegan por una vía segura y migrantes que tienen que agenciárselas. 

Hubo alguna vez un peruano que se subió a un avión estadounidense y soltó bombas sobre ciudades europeas. Cuando yo supe esa historia, me pareció fascinante porque le toca vivir una encrucijada que pone a prueba todo su carácter y todo su sentido de la lealtad no.  

Ese chico desde niño quería irse del Perú, conocer Hamburgo. La única ciudad del mundo que quiere conocer es Hamburgo porque ahí estaba su abuelo que le manda cartas, que le manda postales y años más tarde, convertido en piloto de un bombardero norteamericano, le encargan la misión de bombardear Hamburgo. 

¿Cómo es esa ironía, no? Toda su vida quiere conocer un lugar y a sus parientes, ya que con la familia paterna no se siente identificado. A los abuelos y a los tíos maternos los conoce más que con las personas que vive. Al final se va y por hacer dinero en Estados Unidos, se enrola en las filas estadounidenses y al final tiene que atacar Hamburgo. 

Sí, termina siendo una paradoja, pero yo creo que de esas paradojas está hecha la vida y la fatalidad de la vida, ¿no? A veces nos hacen creer que por seguir nuestros sueños necesariamente los conseguimos. Es una frase emblemática de autoayuda que a veces queremos incorporar en nuestra experiencia diaria, «el que la sigue la consigue», «la pujanza tiene su premio» A veces ocurre, pero a veces no, y a veces la gente que más merece sus sueños no puedo abrazarlos. 

¿Por qué ‘El Mundo que vimos arder’? 

Cuando pensé en el título, lo hice pensando en la perspectiva que tenía Matías desde el avión con respecto a las ciudades que estaban siendo bombardeadas. El incendio que se generaba ahí, las tormentas de fuego colosales y pensaba únicamente en esa perspectiva: el mundo que él estaba viendo arder, que él estaba haciendo arder. 

Luego con el paso del tiempo y hasta ahora siento que el título también tiene como otras resonancias. Tal vez también sea una ilusión indirecta a los paradigmas que hoy mismo estamos viendo en todo el mundo, que vienen cayendo, que vienen desplomándose. 

Y ahora mismo yo siento que el Perú, por ejemplo, es un país que también está ardiendo, que está en conflicto permanente, en tensión desde hace ya un buen tiempo. Sí creo que hay varios mundos que están ardiendo en paralelo y que los estamos viendo desaparecer. 

¿El Perú que estamos viendo arder? 

Sí, siento que es un país muy distinto del que teníamos hace poco. No digo que sea mejor ni peor, pero siento que se están dando pasos y llegando a lugares a los que ya no hay marcha atrás. 

Y eso siempre es preocupante, por supuesto, porque supone la pérdida de una serie de valores y atributos que hasta hace poco sentíamos que eran nuestros. A mí generación no la educaron para irse. La gente que se fue, se fueron muchos contra su voluntad. 

Hoy siento que la gente se relaciona con su país de otra forma, en general a mí lo que me preocupa es que la gente desarrolle patrioterismos retóricos discursivos, pero que no tienen ningún impacto en la vida de los demás.  

Estoy seguro de que si hacemos una especie de encuesta sobre ¿cuántas personas que ponen su bandera y cantan el himno de memoria y se ponen la mano en el pecho no pagan impuestos?, por ejemplo, o ¿cuántos están en Infocorp? ¿cuántos tienen deuda con el vecino? ¿cuántos golpean a sus hijos o a sus mujeres? 

Digamos, a mí, a veces, el sentimiento patrio termina siendo una excusa para ocultar otro tipo de cosas que yo creo que le harían mejor al país, a la sociedad y a la colectividad antes que ponerse a cantar un himno, ¿no? 

Y también claro que en nombre de los patriotismos, a veces también por esa causa presuntamente noble, se pueden llegar a cometer crímenes, crímenes horrendos. La Segunda Guerra Mundial es la mejor prueba de eso y lo que está ocurriendo ahora entre Rusia y Ucrania también. A veces por defender unos linderos, terminamos comportándonos muy agresivamente. 

¿En tu libro señalas que cuando uno emigra no dejas tu vida por completo, sino que se trata de la continuación de tu vida en paralelo, pero en otro lugar. En la conversación entre el periodista peruano y el taxista está la pregunta ¿volverías al Perú? Y esa pregunta te quisiera hacer Renato, ¿volverías estar aquí al 100% en el Perú? 

Alguna vez un psicoanalista con el que trabajé mucho tiempo, me decía que uno tiene que definirse en gerundio, no en lo que está haciendo ahora, porque por aquella época yo tenía dudas, respecto de cómo definirme ante mí mismo. ¿Periodista? ¿escritor? Me dijo que cuando estés haciendo periodismo, eres periodista y cuando estés sentado escribiendo tu novela, eres escritor. Ahora mismo vivo en Madrid, no tengo planes inmediatos de volver, pero tampoco lo descarto. 

¿Mi relación con el Perú? Creo que como le ocurre a muchísima gente que vive dentro o fuera de su país, siempre es extensa, siempre hay cosas que quieres, otras cosas que te generan resistencia. Hay cosas muy puntuales que extrañas. Al final el país son personas, lugares específicos, experiencias, entonces no tengo por ahora planes de volver. 

Quisiera que mi hija crezca en una sociedad más civilizada, donde caminar por la calle no suponga preguntarse en qué momento me atacan o estar con la guardia arriba todo el tiempo. Yo creo que es algo que aquí hemos normalizado y de tan normal que se ha vuelto, ya no lo discutimos. Simplemente buscamos la manera de protegernos, pero ya no nos preguntamos tanto ¿por qué esa violencia todavía existe? y ¿qué estamos haciendo para erradicarla? 

Ya es parte del día a día, lamentablemente. 

Sí como la mediocridad política, como tantas otras cosas. No lo descarto, pero por ahora no estoy pensando en volver. 

Ahora estoy en Perú, fui a la marcha el otro día e intento participar de las cosas que me toca. Yendo a la Feria del Libro, promoviendo la lectura, discutiendo temas con amigos y colegas. Entonces sí, también creo que se puede hacer patria de esa manera. 

¿Con qué mensaje una persona que lea el libro podría irse? 

A mí me gusta cuando yo como lector salgo de un libro lleno de preguntas, cuando salgo de ver una película con menos certezas sobre el mundo que las que tenía cuando entré a ver esa película o cuando abrí la primera página de ese libro. Hay un autor que me gusta mucho que se llama Jonathan Franzen, él dice que la buena escritura logra perturbar a los calmados y calmar a los perturbados. 

A mí me gustaría que la gente lea la novela y se haga preguntas sobre su propio vínculo con el Perú o con su país. Sobre sobre sus lealtades, también sobre sus orígenes. A veces ignoramos exactamente de dónde provenimos y tal vez si tuviésemos una mejor comprensión de la historia de nuestros antepasados, seríamos más tolerantes, más empáticos, con aquellos que hoy tienen una experiencia parecida.  

La gente no investiga sobre sus orígenes, eso me da mucha curiosidad, me genera muchas preguntas. Ojalá se puedan interesar en esta historia que yo creo que tiene un momento que es muy atrapante, donde este personaje se ve en esta encrucijada. 

Creo que todos, en algún punto, tal vez podríamos vivir una situación parecida, tener que tomar una decisión radical que puede cambiarte la vida.  

Matías Giurato deja el Perú creyendo que va a encontrar su destino, tratando de alejarse lo más que pueda de esa violencia que encarna el padre, pero termina sumido en una violencia tan o más descomunal. 

Hay una parte en donde se encuentra con Gordon Clifford. Encuentro en él la figura paternal que siempre le faltó a Matías. Ahorita en el mundo en el que vivimos, en donde lamentablemente hay muchas maldades, ver ese apoyo consciente y con voluntad de ayudar a una persona con así sea alguna idea sumamente loca…Gordon Clifford se compra la historia. 

Yo creo que todas las personas merecemos encontrarnos en algún momento de nuestra vida, ojalá más al inicio, con alguien que crea en ti más que tú mismo, alguien que te pueda transformar positivamente y que tenga confianza en tus sueños, incluso más que tú. 

 A veces dudas o no estás seguro, pero cuando viene alguien y te ilumina con su seguridad, creo que te hace un gran bien. Eso le ocurre a Matías, aunque luego, claro, hay una ola de fatalidad que va enrareciendo todo. 

Creo que todos merecemos esa especie de protección y de confianza que viene desde fuera.  

¿Qué mensaje final les dejas a los seguidores de Latina? 

Les diría que si todavía tienen tiempo vayan a la Feria del Libro, sin duda, que viajen mucho en la medida de lo posible. Que estén en movimiento. A veces la vida sedentaria parece más cómoda pero te va estrechando la visión de las cosas.  

Que lean todos los libros que puedan, que vean todas las películas que puedan. Que discutan los temas, no que se peleen. No en unas redes sociales, sino con una copa de vino y en persona. 

Que traten de averiguar cosas sobre sí mismos, que no crean lo que dicen sus papás únicamente, sino que traten de cuestionar todos los relatos, los relatos del poder, los relatos familiares y a veces, los relatos que uno tiene sobre su propia vida y sus propias ideas. 

Redacción Latina

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