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En el noroeste de Estados Unidos, en Idaho, se tuvo que detener la ejecución del condenado por asesinato en serie Thomas Eugene Creech.

La suspensión de la ejecución ocurrió luego de que, en repetidas ocasiones, el personal médico no lograra encontrar una vena donde poder establecer una vía intravenosa para llevar a cabo la inyección letal.

Tres miembros del equipo médico intentaron ocho veces establecer una vía intravenosa, según explicó el director del centro penitenciario, Josh Tewalt, en una rueda de prensa posterior. En algunos casos, no pudieron acceder a la vena, y en otros sí, pero les preocupaba la calidad de la misma. Probaron en brazos, piernas, manos y pies, sin lograr los resultados esperados.

Creech, de 73 años, lleva aproximadamente 50 años en prisión, condenado por cinco asesinatos en tres estados y sospechoso de varios más. Ya cumplía cadena perpetua cuando en 1981 mató a golpes a un compañero de prisión, David Dale Jensen, de 22 años, el crimen por el que iba a ser ejecutado.

LOS INCONVENIENTES AL APLICAR LA INYECCIÓN LETAL

Según informaron las autoridades del centro penitenciario de Idaho, tres miembros del equipo médico intentaron ocho veces establecer una vía intravenosa. En algunos casos, no pudieron acceder a la vena, y en otros sí, pero les preocupaba la calidad de la misma. Por lo que finalmente se suspendió la ejecución.

En cada intento de insertar una vía intravenosa, el equipo médico limpiaba la piel con alcohol, inyectaba una solución anestésica, volvía a limpiar la piel e intentaba colocar el catéter intravenoso. Cada intento duraba varios minutos, en los que los miembros del equipo médico palpaban la piel e intentaban colocar las agujas.

El equipo de ejecución estaba formado íntegramente por voluntarios, según informó el departamento penitenciario. Los encargados de insertar las vías intravenosas y administrar la droga letal tenían formación médica, pero sus identidades se mantuvieron en secreto.

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