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Esta es la isla más peligrosa del mundo y a la que no puedes ingresar

Sentinel del Norte es una isla preciosa: sus aguas cristalinas, los increíbles arrecifes de coral que la rodean y su frondosa vegetación pueden encantar a cualquiera. Sin embargo, si deseas ver la innegable belleza de este paraíso natural puede que no sobrevivas. ¿Por qué? Aquí te contamos la razón.

La temeraria isla forma parte del archipiélago Andamán, situado en el Golfo de Bengala, en el Océano Índico, bajo la administración de India. Sin embargo, el territorio del tamaño de Manhattan está habitado por una tribu indígena, los sentineleses, quienes viven completamente aislados del mundo. De hecho, los miembros han dejando claro en reiteradas ocasiones la decisión de permanecer alejados de la civilización moderna. ¿Cómo? Atacando a quienes quieran ingresar a la zona.

¿QUÉ PASÓ CUANDO SE INTENTÓ VISITAR LA ISLA?

Los sentineleses se han defendido innumerables veces, pero el caso más reciente fue el del estadounidense John Allen Chau, quien en noviembre de 2018 fue asesinado por miembros de la tribu cuando trató de convertirlos al cristianismo. Las dos primeras veces que bajó en Sentinel del Norte cantó himnos religiosos en la playa, pero los nativos lo persiguieron hasta que lograron que se marchara. Para el tercer intento murió producto del veneno de los flechazos que recibió y su cuerpo nunca fue recuperado.

John Allen Chau murió tras recibir flechazos envenenados.

Debido a la peligrosidad de la isla, en 2005 las autoridades de la India prohibieron cualquier intento de contacto con Sentinel del Norte y establecieron una zona de exclusión en un radio de 5 kilómetros, por lo que el intento de Allen Chau fue ilegal.

El caso del estadounidense no es el único que terminó de manera trágica. En 2006 los sentineleses asesinaron a dos pescadores furtivos de cangrejos que se arrimaron a la orilla y los enterraron allí.

Entonces, ¿nadie ha podido establecer contacto con la tribu? Bueno, el antropólogo Triloknath Pandit junto a sus compañeros de expedición fueron los únicos que sobrevivieron al intentar relacionarse con los nativos, pero ese trabajo les demandó décadas y muchas visitas.

El antropólogo Triloknath Pandit lideró un equipo que logró establecer contactos con los sentineleses.

La India había obtenido su independencia en 1947. Y, en 1970, reclamó a los británicos esta isla desolada, pedido que les fue otorgado. Tras ello, las autoridades de India pidieron a Pandit averiguar más sobre esta tribu.

La primera vez que el antropólogo llegó a Sentinel del Norte fue en 1967. Apenas arribaron a las costas, los habitantes se escondieron. Luego, Pandit regresó en 1970 y en 1973. En ambos años los investigadores fueron recibidos con flechas venenosas y tuvieron que escapar.

Pero en 1974, el equipo llevó martillos, golosinas, cuchillos, ollas, sartenes, herramientas de hierro, cocos y hasta un cerdo vivo que abandonaron en la costa. Esto fue crucial para acercarse a los miembros de la tribu, pues notaron su particular gusto por los cocos. Ese mismo año un equipo de National Geographic desembarcó para filmar en el lugar y su director recibió un flechazo en un muslo.

EL ÚNICO ACERCAMIENTO AMISTOSO CON LOS SENTINELESES

En 1991, Pandit y su equipo fueron bien recibidos por un grupo de 28 hombres, mujeres y niños desarmados de la tribu. Si bien no los dejaron pisar tierra, al dejar flotar los cocos por el mar los nativos se acercaron al bote para llevar los frutos. En ese encuentro, que duró entre dos o tres horas, Pandit pudo conocer que los sentineleses solo cuentan hasta dos y no son caníbales.

«Durante nuestras interacciones nos amenazaron, pero nunca llegaron a matar a nadie o a lastimarnos. Cuando se agitaban, retrocedíamos. Hablaban entre ellos, pero no entendíamos su lenguaje. Sonaba parecido a otras lenguas habladas por otras tribus de la zona (…) Decir que son hostiles es una manera equivocada de mirarlos. Nosotros somos sus agresores. Somos los que tratamos de entrar en su territorio. Debemos respetar sus deseos y dejarlos en paz«, dijo.

Triloknath Pandit descubrió el gusto de los nativos por los cocos. Este fue el momento en que le entregó a un miembro de la tribu el fruto.

Un mes después los científicos volvieron y los sentineleses ya se «acercaron sin armas» y hasta subieron al bote para tomar una bolsa entera de cocos. No obstante, el momento se arruinó cuando un miembro de la expedición intentó tocar un ornamento hecho con hojas que llevaba un nativo. Este se enojó y sacó su cuchillo. «Nos hizo el gesto de que nos fuéramos inmediatamente y así lo hicimos», cuenta Pandit.

Un tercer viaje se arruinó por el mal tiempo y después de 1991, lamentablemente, no hubo ningún acercamiento pacífico más. Finalmente, en 1996 la India suspendió las visitas oficiales para intentar contactar a los nativos.

¿CÓMO VIVEN LOS SENTINELESES?

De tez oscura y muy altos (miden en promedio 1,80 m), se estima que entre 50 y 400 sentineleses viven en la isla. En 2001 calcularon que sus habitantes eran 21 hombres y 18 mujeres, en 2010 intentaron contarlos nuevamente, pero solo vieron a 12 hombres y 3 mujeres. En 2011 desde el aire vieron a 42. Por ello, la últimas cifras son aproximaciones.

Lo que se conoce es que no practican la agricultura, son cazadores recolectores y pescan en las aguas de las costas. Tampoco comercian con alguna otra tribu. Cazan de manera rudimentaria con lanzas y arpones, y comen peces, cangrejos, pequeños animales, frutas y tubérculos y huevos de tortuga y de gaviotas.

Los sentineleses son cazadores recolectores y pescan con ayuda de sus canoas y lanzas.

Además, viven en dos tipos diferentes de casas: largas cabañas comunales con varias hogueras para diferentes familias, y refugios más temporales, sin paredes laterales. Asimismo, construyen canoas muy angostas que solo pueden ser usadas en aguas bajas de los arrecifes.

Si bien no usan ropa y van casi desnudos, se conoce que las mujeres visten cuerdas atadas alrededor de la cintura, cuello y cabeza. Los hombres también llevan collares y cintas en la cabeza, pero con cinturones más anchos, además, son ellos lo que portan lanzas, arcos y flechas.

Por no estar vacunados, los otros seres humanos representamos un gran peligro para su subsistencia, ya que cualquier virus externo, como el de la gripe, podría exterminarlos, pues no poseen inmunidad alguna.

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Redacción Latina

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