Este impresionante e increíble suceso la protagonizó un futbolista argentino nacionalizado uruguayo llamado Juan Hohberg, quien vivió uno de los eventos más insólitos en la historia del fútbol al morir en medio partido, pero mostrando el verdadero significado de la «Garra Charrúa».
En la Copa del Mundo Suiza 1954, Uruguay llegaba con la misión de defender el título conseguido en la edición anterior donde se dio el famoso «Maracanazo» ante Brasil. Los ‘charrúas’ llegaban a la semifinal de dicho torneo tras conseguir 3 triunfos de 3 posibles. Y en el caso de Hungría, rival al que debió vencer para clasificar a la final, llegaba tras ganar todos sus partidos anteriores incluido un histórico 8-3 frente Alemania y un 4-2 ante Brasil.
Se enfrentaban los últimos campeones del mundo y olímpico respectivamente. Hungría terminaba el 1T venciendo 2-0 a Uruguay y todo hacía indicar que la serie estaba cerrada, porque pasaban los minutos y Uruguay no encontraba el camino hacia, por lo menos, el empate. Sin embargo, a los 75 minutos Hohberg marcó el descuento ante los húngaros gracias a un gran pase de Juan Alberto Schiaffino.
Los minutos pasaban y la selección uruguaya se acercaba cada vez más. La insistencia tuvo su premio y a los 86 minutos llegó el gol del empate nuevamente tras un gol de Hohberg. Los miles de hinchas ‘yoruguas’ se volvieron locos tras el segundo tanto, ya que su selección tenía más vida que nunca. No obstante, el que parecía no tener vida era el delantero uruguayo Juan Hohberg.
El gol del empate fue tan emocionante para los 11 uruguayos en el campo que corrieron a abrazar al autor del gol. Jugador por jugador se tiró para celebrarlo encima de Juan y después todos se levantaron, pero el que no lo hizo fue el goleador ‘charrúa’ tras sufrir un infarto. Según cronistas de la época, los seleccionados uruguayos estaban tan emocionados que prometieron hacer un gol más para clasificar a la final a Hohberg. Dicha alegría, además de la euforia del momento, fue tan grande que el corazón del atacante uruguayo no pudo aguantarlo
Carlos Abate, kinesiólogo de aquella selección, corrió inmediatamente a asistir al futbolista. Se le hizo respiración boca a boca, movimientos en el pecho, pero nada servía. La última opción fue darle coramina, un estimulante que afecta al ciclo respiratorio y que permitió resucitar y/o darle vida al futbolista que legalmente había estado 15 segundos muerto. El futbolista había resucitado tras la preocupación, angustia e incertidumbre de los asistentes que no lograban entender lo sucedido.
El partido se reanudaba y Hohberg no entraba aún al partido. La selección uruguaya había agotado sus cambios y no tenía otro nombre para sustituir al delantero. Sin embargo, Juan se da cuenta de eso y decide seguir jugando a pesar de las indicaciones del personal médico. El resultado terminó 4-2 a favor de los húngaros tras los goles de Sandor Kocsis a los 109 y 116 minutos respectivamente. La ilusión uruguaya de ganar otro mundial se había terminado.
Muchos creerán que la vida de Juan Hohberg se pudo haber complicado con problemas cardiacos tras lo sucedido, pero no. Tuvo una vida plena con otros 42 años más después de esa historia que pudo terminar en tragedia.
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