Un grupo de disidentes llevan meses pidiendo en redes sociales una "Marcha Cívica por el Cambio" luego de las protestas callejeras del 11 de julio, las mayores manifestaciones antigubernamentales en el país en décadas.
LA HABANA, 15 nov (Reuters) – Cuba reabrió el lunes las escuelas y las fronteras al turismo internacional, justo cuando grupos de oposición instaron a protestar por mayores libertades políticas, lo que ha provocado un tenso pulso entre el Gobierno y sus críticos.
Un grupo de disidentes llevan meses pidiendo en redes sociales una «Marcha Cívica por el Cambio» luego de las protestas callejeras del 11 de julio, las mayores manifestaciones antigubernamentales en el país en décadas.
El gobierno comunista ha prohibido las manifestaciones planeadas para el lunes, pues dice que forman parte de una campaña de desestabilización de Estados Unidos, que mantiene un embargo de la época de la Guerra Fría contra Cuba. Funcionarios estadounidenses lo han rechazado.
Residentes de toda la isla comentaron que no había manifestaciones importantes hasta el mediodía, pero los disidentes continuaron sus llamados en redes sociales para lanzar protestas a las tres de la tarde hora local (2000 GMT) en 10 ciudades de Cuba, desde la capital La Habana hasta Pinar del Río y Guantánamo, en el extremo oriental.
En La Habana, hubo un aumento de policías vestidos de civil y uniformados, aunque las calles parecían más tranquilas de lo normal ya que algunos padres dejaron a sus hijos en casa por temor tras los rumores de manifestaciones.
«Decidí mantener a mi hijo de seis años en casa desde su primer día en la escuela porque estaba preocupada de que pudiera pasar algo», dijo la trabajadora estatal Jennifer Puyol Vendesia, de La Habana.
Las manifestaciones planeadas el domingo por un grupo de Facebook llamado Archipiélago, que ha encabezado la convocatoria, fracasaron bajo la presión de las autoridades y partidarios del gobierno.
Simpatizantes del gobierno rodearon el domingo la casa en La Habana de Yunior García, un dramaturgo y líder del Archipiélago, para impedirle marchar, como había planeado, con una rosa blanca en la mano para mostrar apoyo a las manifestaciones pacíficas.
Reuters intentó el lunes comunicarse con García y su esposa, pero no respondieron sus teléfonos. El vecindario de García estaba tranquilo y su edificio todavía estaba cubierto con banderas cubanas que partidarios del Gobierno habían colgado el día anterior de la azotea.
García y otros disidentes solicitaron a los cubanos que aplaudieran en apoyo el domingo por la tarde y que golpearan cacerolas en la noche, aunque los residentes de La Habana y varias ciudades de provincias dijeron que sus barrios estaban tranquilos.
La fecha anunciada de las protestas, el mismo día en que se reabre el turismo y las escuelas, tocó un fibra en el Gobierno. La seguridad del Estado y grupos partidarios del gobierno vigilaron las casas de disidentes de alto perfil desde la madrugada del lunes, según grupos de derechos e informes en las redes sociales.
El lunes en la mañana, Saily González, otra líder de Archipiélago, publicó en Facebook un video de simpatizantes del Gobierno que la calificaban de traidora y le advertían que no marchara frente a su casa en Santa Clara, en el centro del país.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, condenó el domingo las «tácticas de intimidación» del Gobierno de Cuba antes de la marcha anunciada para el lunes y prometió que Washington buscaría «saldar cuentas» por la represión.
Mientras, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, pidió en Twitter que Estados Unidos se mantenga al margen de los asuntos cubanos.
«No habrá protestas porque la gente tiene miedo de que seamos reprimidos», dijo Eunice Pulles, vestida con una blusa blanca para mostrar su apoyo al grupo disidente, en una calle de La Habana.
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