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El horizonte del año 2100 proyecta un panorama desolador para cinco ciudades emblemáticas de Sudamérica, cuyos destinos podrían quedar sellados bajo las aguas del océano, según estudios recientes. Este sombrío pronóstico es el resultado directo del impacto devastador del cambio climático, una amenaza que se cierne sobre la geografía de la región, desafiando nuestra concepción de los límites terrestres.

Entre las ciudades condenadas a enfrentar este destino acuático se encuentra Barranquilla, Colombia, cuya ubicación en la desembocadura del río Magdalena la expone constantemente a riesgos de inundación. Le sigue la región circundante al Lago de Maracaibo en Venezuela, una zona también vulnerable a los embates del ascenso de los niveles del mar. La lista continúa con las icónicas urbes de Río de Janeiro y Porto Alegre en Brasil, seguidas por Punta del Este en Paraguay y las áreas de Entre Ríos y Buenos Aires en Argentina.

La magnitud de esta predicción catastrófica no puede subestimarse, ya que millones de personas enfrentarían la pérdida de sus hogares y medios de vida. Además, la economía de los cinco países afectados sufriría un golpe considerable. En este sentido, es imperativo que Colombia, Venezuela, Brasil, Paraguay y Argentina tomen medidas urgentes y efectivas para abordar esta crisis inminente.

El incremento en los niveles del mar, responsable de esta inminente catástrofe, encuentra sus raíces en el calentamiento global, una realidad irrefutable que amenaza la estabilidad del planeta. La fusión de glaciares y casquetes polares está aportando una cantidad sin precedentes de agua a los océanos, exacerbando su nivel. Sin embargo, según revela la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), la gestión deficiente de los reservorios de agua y lagos, así como la sobreexplotación de las reservas subterráneas, también contribuyen a este preocupante fenómeno.

Es importante destacar que esta crisis no es exclusiva de Sudamérica; es un desafío global que afecta a regiones de todo el mundo. En Centroamérica, por ejemplo, naciones como México, Nicaragua y Honduras enfrentan un destino similar, con lugares como la península de Yucatán amenazados por la posibilidad de quedar sumergidos bajo las aguas, con proyecciones que sugieren incrementos de entre 0,6 y 2,1 metros en los niveles del mar para finales de siglo.

Ante este escenario, la cooperación internacional y la acción coordinada se vuelven imperativas para mitigar los impactos devastadores del cambio climático y proteger el futuro de nuestras ciudades costeras.

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