La película "Kinra" cuenta la historia de un joven que se ve obligado a dejar su vida en las montañas para vivir en la ciudad del Cusco.
La película peruana “Kinra”, dirigida por el cusqueño Marco Panatonic, ha ganado el premio Astor Piazzola a la Mejor Película en la Competencia Internacional de la 38va. edición del Festival de Cine de Mar del Plata.
El film, que cuenta con un elenco de actores no profesionales, se centra en la historia de Atoqcha, un joven que se ve obligado a dejar su vida en las montañas para migrar a la ciudad del Cusco. La película busca reivindicar la identidad de los Andes y aborda temas como la migración y la lucha por la supervivencia. «Kinra» es un intento por hacer un alto a siglos de humillaciones, que han hecho que algunos se avergüencen de su lengua y sus tradiciones.
La ópera prima de Marco Panatonic ha sido aclamada por la crítica y el público por su poderosa narrativa y su representación auténtica de la vida en los Andes, sin caricaturizarla ni estereotiparla. El director agradeció a su equipo por su arduo trabajo y dedicación en la realización del largometraje. La película ha sido elogiada por su capacidad para capturar la esencia de la vida en los Andes y por su mensaje de esperanza y resistencia.
El éxito de “Kinra” en el Festival de Cine de Mar del Plata es un testimonio de la creciente calidad del cine peruano y su capacidad para contar historias auténticas y poderosas. La película constituye un recordatorio de la rica cultura y la historia de los Andes y su importancia en la identidad peruana. Además, este largometraje no solo entretiene, sino que también educa y desafía al espectador a reflexionar sobre temas importantes como la identidad, la migración y la lucha por la supervivencia.
“Me llevo una gran experiencia. Estaba dudando de si puedo hacer cine, y seguiré dudando, porque en Perú hay un fascismo que quiere destruir el cine. Hay que seguir luchando”, dijo Marco Panatonic visiblemente emocionado durante la ceremonia.
Atoqcha es un joven de los Andes que busca su futuro en Cusco, la ciudad más cercana a donde creció. Él decide visitar a su madre, que aún vive sola en el campo. Ellos conversan mientras trabajan la chacra. Mientras su mamá se queja de que ya no le visitan ni él ni su hermana, él llega a la conclusión de que ya no va a regresar. Pasados los meses, Atoqcha y su hermana vuelven para visitar la tumba de su madre, que fue enterrada en la misma casa. Cada uno toma un camino diferente, pero él quisiera quedarse, a pesar de que tiene muchas cosas por resolver.
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