Para el 2030, se espera que 700 millones de personas sean desplazadas por la escasez de agua y el incremento de la población.
América Latina muere de sed. El contiene viene viéndose severamente azotada por la sequía, como lo detalla un reportaje de la Alianza Informativa Latinoamericana. En México, por ejemplo, el panorama es desolador: el 85% de este territorio está seco y 421 personas han perdido la vida durante la temporada de calor.
En el país centroamericano, la escasez de lluvia ha provocado que más del 50% de sus 210 presas entre muy por debajo de la mitad de su capacidad; 20 de ellas están prácticamente secas. Además, el 85% del territorio mexicano presenta sequía. Los cultivos se pierden, el ganado se muere. En una zona como Las Lomas, el agua no llega, según contó un habitante del lugar.
El sistema de abastecimiento de agua de Cutzamala se encuentra operando al 39% de su capacidad. De colapsar, dejaría sin agua a más de 21 millones de personas. La crisis podría agravarse y desplazar a miles de personas en busca de agua. Según el Programa Mundial de Alimentos, hay cerca de 155 millones de personas en el mundo que viven en inseguridad alimentaria.
En Honduras, por otro lado, al menos 4,9 millones de personas se ven afectadas por esta situación, según indicó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). La zona denominada Corredor Seco ha sido históricamente golpeada por la pobreza. El hambre es la última consecuencia y la sequía arrecia la crisis.
Familias hondureñas que antes cultivaban para su sustento, hoy no pueden más. En el mejor de los panoramas están subalimentados. Para un experto en la erradicación de la inseguridad alimentaria, cambiar la realidad depende de una inversión económica directa.
La sequía ha contribuido a intensificar el fenómeno de la migración forzada en todo el mundo. El lago más alto del mundo, Titicaca, ubicado en la frontera de Perú con Bolivia, superó el nivel mínimo histórico. Familias enteras migran a las grandes ciudades en busca de un mejor futuro. Lorenza Ticona, quien vive en la Isla del Sol, tuvo diez hijos; nueve de ellos migraron.
Entre tanto, en la comunidad de Challa, antes de la pandemia había 600 alumnos, de los cuales hoy quedaron solo 60. Esta crisis sanitaria y la falta de agua obligaron a los isleños a dejar las orillas y partir hacia Brasil y Argentina. Y es que ya no hay más comida para el ganado. La sequía genera más pobreza en una jurisdicción ya empobrecida.
Hoy, partes del lago Titicaca que antes eran navegables, pueden atravesarse a pie. Entre tanto, en la región occidental de Paraguay, se vivió la sequía más extrema en los últimos cinco años. El escenario obligó a los ciudadanos paraguayos, en su mayoría nativos, a caminar kilómetros en busca de agua potable. En su desesperación invocaron a sus ancestros mediante la danza de la lluvia.
El calor en esa zona obliga a los niños a beber agua con lodo directamente del tajamar, sin importar que se enfrenten a problemas graves de salud por el líquido contaminado. En el departamento de Boquerón, unos 68 mil habitantes dependen del agua de lluvia; en el Chaco paraguayo, el régimen de lluvias va desde los 500 a 1000 mm en promedio anual, aunque la evaporación supera los 100 mm.
En Uruguay, en los últimos meses, se vivió una de las peores sequías de su historia. Las reservas que abastecen a Montevideo y a la zona metropolitana cayeron de forma dramática. Más de un millón de uruguayos debieron conformarse con agua salada que sale de los grifos. Durante 2023, la represa de paso Severino, motor para abastecer de agua potable a la capital del país, vio cómo sus reservas llegaron a un nivel crítico.
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