En el juego Calabozos y Dragones, los participantes crean sus propios personajes, a menudo criaturas mágicas como elfos y magos, para emprender misiones en mundos de fantasía. Es hoy uno de los juegos más populares y ha sido llevado hasta la pantalla grande confirmando su importante presencia entre miles de fanáticos.
Ni siquiera las prisiones son un escenario ajeno a esta actividad. Este es el caso de Tony Ford, un hombre condenado en la prisión de Texas, quien encontró en este juego un escape a esa cruda realidad de esperar en los pasillos el momento de su muerte.
Con el paso de los años, el famoso corredor de la muerte ha pasado por diversos cambios. Aunque antes era un lugar oscuro y sombrío, con el transcurso de los años ha pasado a ser un ambiente menos hostil y más amigable con los reclusos.
Ford recuerda, según cuenta The NY Times, que vio por primera vez a una pandilla mexicana jugando Calabozos y Dragones. No pasó mucho tiempo para que sea aceptado en el grupo, ya que era un gran dibujante y esto llamó la atención de los otros reos. Además, pudo disfrutar junto con ellos de esta actividad.
Jugar a Calabozos y Dragones es más difícil en prisión que en casi cualquier otro lugar. Al igual que en el mundo libre, cada sesión de juego puede durar horas y es parte de un sistema más grande que a menudo se prolonga durante meses o años.
Pero, en prisión, los jugadores no pueden simplemente buscar las reglas del juego en línea. Los manuales de tapa dura que detallan escenarios, personajes y hechizos son caros y pueden ser difíciles de superar. Además de estar prohibidos que ingresen a la prisión cualquier ejemplar de tapa dura.
A través de sus personajes, los reclusos a veces hablaban abiertamente de problemas personales que de otro modo nunca discutirían, incluidos temas como padres abusivos, infancias fracturadas y adicción a las drogas. Este juego sirvió como una forma de terapia y les permitió abordar sus traumas personales dentro del contexto de un mundo de fantasía.
Calabozos y Dragones también se convirtió en un medio para que estos reclusos aprendieran sobre el mundo y administraran recursos del juego como «dinero» para alquilar viviendas o comprar caballos. Tuvieron que considerar varias opciones para adquirir más recursos, como trabajar en una taberna local.
Para estos jugadores, las partidas sirvieron como curso de habilidades para la vida, clase de manejo de la ira y también asesoramiento sobre drogas. Con el tiempo, sus experiencias compartidas en el mundo del juego fomentaron amistades que normalmente eran difíciles de establecer en confinamiento solitario.
Luego que en un reportaje emitido en el programa ‘Punto Final’ se denunciara que las…
El Gobierno peruano ha declarado el lunes 25 de noviembre como día no laborable en…
El contralor general de la República, César Aguilar, señaló que la entidad fiscalizadora se encuentra…
Luego de las denuncias difundidas en Punto Final sobre el mal estado de los alimentos…
El colegio San Luis Gonzaga, ubicado en la urbanización San Felipe, en Piura, ha sido…
Este viernes 22 de noviembre del 2024, las constelaciones abren un camino lleno de posibilidades…