Desde una silla de ruedas, el Santo Padre se acercó a cada una de ellas, lavando y besando sus pies. El papa Francisco replicó la escena que tuvo Jesús con sus discípulos en la Última Cena.
El Jueves Santo trajo consigo un momento de profunda reflexión y compasión cuando el Papa Francisco, siguiendo una tradición arraigada, visitó la cárcel femenina de Rebibbia en Roma para celebrar la Misa in Coena Domini. En un acto cargado de simbolismo y humildad, el Santo Padre lavó los pies a 12 reclusas, recordando la enseñanza de Cristo sobre el servicio y el perdón.
Con un mensaje de esperanza y misericordia, el Papa Francisco dirigió sus palabras a las mujeres que cumplen su pena en la cárcel de Rebibbia. «El Señor nos espera siempre con los brazos abiertos», expresó, instando a todos a seguir el camino del servicio y la compasión. En su homilía, destacó la dualidad presente en el relato evangélico del lavatorio de pies y la traición de Judas, enfatizando la capacidad de Cristo para perdonar y la importancia de pedir perdón.
En un gesto conmovedor, el Papa procedió a lavar los pies de las 12 reclusas, representantes de diversas nacionalidades y contextos. Con edades comprendidas entre los 40 y 50 años, estas mujeres fueron testigos de un acto de humildad y amor incondicional. Desde una silla de ruedas, el Santo Padre se acercó a cada una de ellas, lavando y besando sus pies, mientras algunas derramaban lágrimas de emoción.
Sor María Pía Iammarino, religiosa voluntaria en la cárcel de Rebibbia, compartió la emoción que inundó el ambiente ante la visita del Santo Padre. «Dicen que el Papa ama realmente a las personas que sufren», reveló. Las reclusas, muchas de las cuales experimentan un fuerte sentimiento de culpa y separación de sus seres queridos, encontraron consuelo en la presencia y los gestos de compasión del Papa Francisco.
Concluida la celebración, el Papa Francisco regresó al Vaticano, dejando tras de sí un mensaje de perdón y esperanza. Mañana, el Coliseo Romano será el escenario del Vía Crucis, una ocasión para reflexionar sobre el sufrimiento humano y la redención, con meditaciones escritas por el Santo Padre, que sin duda resonarán con el espíritu de compasión y amor expresado en la cárcel de Rebibbia en este Jueves Santo.
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