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En 1990, el entonces presidente Alberto Fujimori llevó cabo el popular ‘shock’ económico para frenar la hiperinflación galopante que dejó el primer gobierno de Alan García. Tres décadas después, en Argentina, el mandatario Javier Milei se encuentra ante una crisis similar frente a la cual pondrá en marcha un paquete de medidas parecido al que formó parte del denominado ‘Fujishock’.

Mientras un 11 de agosto de hace 33 años, el exministro de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, invocaba la fe del pueblo peruano para enfrentar tiempos difíciles —»Dios nos ayude», dijo al cierre de su famoso anuncio—, en la actualidad el jefe de Estado argentino sentencia un lema de austeridad durante su asunción del cargo : «No hay plata». Dos frases que, en el fondo, significan lo mismo: severos recortes.

Un aspecto, sin embargo, diferencia al ‘Mileishock‘ del ‘Fujishock‘: el primero fue una promesa de campaña presidencial del argentino; el segundo, una sorpresa de última hora para los peruanos, pues el expresidente Fujimori había prometido no llevar a cabo el programa económico de su entonces contrincante, Mario Vargas Llosa.

ADIÓS A LOS SUBSIDIOS

Este martes, el ministro de Economía argentino, Luis Caputo, anunció que una de las iniciativas del ‘Mileishock’ será la «reducción de subsidios a la energía y el transporte«. «Hoy el Estado sostiene artificialmente precios bajísimos en tarifas energéticas y de transporte a través de subsidios (…) Estos subsidios no son gratis, sino que se pagan con inflación.», señaló en un mensaje televisado.

En la década de 1990, el gobierno de Alberto Fujimori llevó a cabo una medida parecida. Los subsidios no se redujeron, sino se eliminaron en las importaciones de alimentos y la gasolina. Esto trajo consigo un aumento en los precios de la canasta básica (la leche, por ejemplo, pasó de costar 120.000 intis a 330.000, según el Instituto de Estudios Peruanos – IEP) y el combustible.

Pese a que, como señala el IEP, para el año siguiente la inflación pasó a estabilizarse y hubo un crecimiento en el PBI, el costo social fue alto, ya que incrementaron la pobreza y la pobreza extrema. Así, lo que para una parte de la población representaba la única salida a la crisis, para otro sector tuvo repercusiones muy duras.

SINCERAR LOS PRECIOS

El gobierno de Javier Milei anunció también este 12 de diciembre que se devaluará la moneda argentina en más de 50%. De este modo, el tipo de cambio oficial pasará de 360 pesos por dólar estadounidense a 800 pesos. «La génesis de nuestros problemas ha sido siempre fiscal», enfatizó Luis Caputo. Y agregó que esta propuesta busca «beneficiar a los exportadores con un menor precio».

Aunque la gestión de Fujimori también realizó cambios radicales para luchar contra la devaluación del inti —se optó por una nueva moneda (el nuevo sol) y un tipo de cambio flotante en el que el valor de la moneda sea fijado por el mercado—, el «sinceramiento de precios» también formó parte de la política económica durante el popular paquetazo.

Así, en su famoso anuncio de agosto de 1990, Hurtado Miller dictó cuáles serían los nuevos precios que tendrían los productos claves en la mesa de los peruanos. «La lata de leche evaporada, que costaba 120 mil intis, costará a partir de mañana 330 mil intis; el kilo de azúcar blanca, que se conseguía a 150 mil intis, costará desde mañana 300 mil intis», dijo en televisión nacional.

RECORTE DEL GASTO PÚBLICO

La receta del programa económico de Javier Milei busca reducir el gasto público. Por eso, entre las medidas anunciadas, el gobierno del presidente argentino señala que no se renovarán los contratos laborales del Estado que tengan menos de un año de vigencia. Además, se reducirán los ministerios y las secretarías, lo que se traduce en una serie de recortes de personal en el sector estatal.

En el Perú, luego del término del primer gobierno de Alan García, el abismal déficit fiscal se debía en parte a la incapacidad del Estado para financiar las empresas públicas. La respuesta de Alberto Fujimori ante esta situación fue la privatización de las compañías nacionales, que empezó en 1993, tras el autogolpe de Estado del año anterior.

Así, se subastaron, por ejemplo, las empresas estatales Entel Perú y Compañía Peruana de Teléfonos, que pasó a manos de Telefónica de España. En nueve años del fujimorato, según estimaciones del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), se perdieron más de 120 mil puestos de trabajo; de todos ellos, solo un tercio fue «absorbido por los nuevos operadores privados».

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