Conoce la historia de tres mamás luchadoras, que enfrentan el frío y la oscuridad de las madrugadas con tal de sacar adelante a sus hijos.
A dos días de celebrarse el Día de la Madre, pudimos conocer la historia de tres esforzadas mamás madrugadoras, todas con historias distintas, pero con una misma convicción: dar todo por el ser que criaron desde pequeños.
Ofelia es una mamá de 60 años y trabaja en la esquina del Hospital Santa Rosa, en Pueblo Libre. Ella tiene un pequeño quiosco y se acerca a los carros para ofrecer aguas y gaseosas, sin importar el frío de las madrugadas.
“Son 10 años de experiencia que tengo en este rubro. Tengo dos hijos varones. Uno de ellos se quedó sin trabajo y me apoya vendiendo los productos”, remarcó.
En tanto, Vanesa es una joven madre guerrera. A pesar de la oscuridad de la noche, realiza las labores de limpieza en las calles de Jesús María. Su principal motor y motivo es su pequeña de diez años, quien tiene una condición especial. Ella también resaltó la importancia de su mamá en su vida.
“Mi hija tiene autismo leve y por ella tengo que salir adelante. Mi madre es la mejor del mundo. Nos sacó adelante ella sola a mí y a mi hermano”, enfatizó.
Por su parte, Alicia es una mujer de 70 años. Ella vende golosinas en la esquina de las avenidas La Marina y Universitaria. Actualmente vive con sus tres sobrinos, a quienes vio crecer desde pequeños. A ella aplica a la perfección la frase ‘madre no es la que engendra, sino la que cría’.
“Ya más de 20 años estoy con ellos. He vendido sánguches, golosinas, así hay que buscarse la vida. Dios nos provee”, apuntó.
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