En el Perú, más de 6 millones de mujeres y hombres padecen de algún tipo de enfermedad mental, pero solo el 20% recibe la atención médica que su situación requiere.
Recientes casos de ira y violencia que degeneraron en muerte pueden ser un reflejo de este panorama: un hombre acuchilló a un taxista porque le cerró el paso, un joven es arrollado por un conductor de bus porque no pagó 50 céntimos y otro sujeto estrelló a un perro contra el piso porque había mordido a su mascota.
«Estamos rumbo a un apocalipsis donde la sociedad humana tiene mucha tristeza, angustia, estrés, vacío interior, infelicidad y desesperanza», sostiene el psiquiatra Martín Nizama, exdirector del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi.
El especialista sostiene que en este panorama aflora el primitivismo. «Los instintos, los impulsos, la ira irrefrenable de vengarse o quitarle la vida a otra persona. (…) La persona actúa por furia, no tenía empatía», agregó.
«Queda exigir al Estado que priorice la atención a la colectividad y la salud mental, que se privilegie a la familia y la educación», indicó Nizama como posibles soluciones para esta crisis.
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