Latinanoticias.pe

A poco de que inicien las clases escolares en los centros educativos de todo el país, la realidad de algunos colegios es lamentable. Una pobre infraestructura, informalidad, sumada a años de desidia por parte de las autoridades, perjudican la enseñanza de los menores.

Es el caso del IE 157 José Abelardo Quiñones, construido en medio del cauce de un huaico ocurrido en 2002. El colegio se ha visto invadido por los propios vecinos de la zona, a tal grado de tener que aclarar en su fachada que no está en venta.

Los salones del colegio limitan con las propias casas, pues la fachada quedó a medio construir. Incluso, algunos habitantes en alrededores aprovechan esto para estacionar sus vehículos, ante la poca o nula prohibición para que se ocupen sus instalaciones.

Los salones tampoco cuentan con equipamiento necesario para la enseñanza. Asimismo, los espacios no tienen una adecuada ventilación para desarrollar las clases durante la temporada de verano. El presupuesto de 6.000 soles es insuficiente, afirman las profesoras y directora del centro.

UN COLEGIO DENTRO DE OTRO

En San Juan de Miraflores, el colegio inicial 636 queda dentro del 7041. Durante nueve años, los padres y madres de familia han denunciado que, tres meses después de su inauguración en 2014, dejó de funcionar, pese a los millones de soles que se destinó a su construcción.

Los menores ahora se encuentran en un centro educativo en cuyos baños también se almacenan implementos e indumentarias para los niños y niñas. Una situación pobre, que se replica no solo en Lima, sino también en regiones, donde incluso no hay quién enseñe.

Según la Defensoría del Pueblo, en las UGEL del Vraem, se requieren hasta 138 docentes adicionales. Las consecuencias se revelan en las cifras, pues de acuerdo al Minedu, los estudiantes de nivel primario que no alcanzaron el aprendizaje esperado fueron 1 de cada 4; y en secundaria fueron 4 de cada 10.