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En el abrazo implacable del tiempo, la señora Martha, de sesenta y siete años, se encuentra en una encrucijada desalentadora: la necesidad de cobrar una deuda que pesa como una losa sobre sus hombros. En un giro ambiental, su realidad se entrelaza con la complejidad de la propiedad compartida en Arequipa, donde un contrato de arrendamiento se convierte en un laberinto de impagos y disputas legales.

Martha Mostajo, junto con sus cuñados, es copropietaria de un local en el callejón Loreto, distrito de Yanahuara, que debería ser una fuente de apoyo económico en esta etapa de sus vidas. Sin embargo, se enfrenta a una deuda acumulada de más de 200 mil soles por varios meses de alquiler impagos. Todo comenzó con un contrato firmado por José Luna Morales, excongresista y actual regidor, en representación de la Universidad Ciencias de la Salud.

El acuerdo inicial de alquiler era de veinte mil soles, pero debido a problemas de licenciamiento, se extendió hasta diciembre de 2024. Sin embargo, la pandemia trajo consigo dificultades financieras, y aunque Martha y su familia mostraron solidaridad al reducir a la mitad el alquiler a doce mil soles, los pagos comenzaron a retrasarse.

Las conversaciones sobre un nuevo contrato se estancaron cuando se propuso una cláusula de desalojo previo dictamen judicial, lo que despertó sospechas en Martha y su familia. La incertidumbre creció al descubrir que el Instituto Sabio Antúnez de Mayolo ocupaba el local, sin ser la entidad que firmó el contrato original.

Este instituto tiene vínculos con la familia Luna, como evidencian registros públicos. La complejidad aumenta al descubrir que el local también figura como una oficina administrativa en la página web de la Universidad Telesup, fundada por la misma familia.

La búsqueda de respuestas se encuentra con puertas cerradas y direcciones inubicables. Martha se ve obligada a enviar cartas judiciales sin recibir respuesta. La deuda sigue creciendo mientras la carga emocional y financiera se hace cada vez más pesada para Martha y su familia.

En este torbellino de incertidumbre, la señora Martha enfrenta un dilema desgarrador. A sus sesenta y siete años, luchar por cobrar una deuda implica un costo físico, emocional y financiero que no debería cargar en esta etapa de su vida. Es una historia que refleja la complejidad y las dificultades de la propiedad, el alquiler y la justicia en un mundo que parece estar en constante cambio y desafío.

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