El descontento fue tan evidente que, ante la amenaza de dirigentes de gremios y mercados de lanzarle tomates y pintura, Urteaga decidió abandonar la ciudad de Puno antes de que la situación se tornara más tensa.
La titular del Ministerio de Cultura, Leslie Urteaga, vivió un recibimiento hostil en la ciudad de Puno durante las festividades de la Candelaria. A pesar de llegar de manera discreta, la ministra fue reconocida por algunos ciudadanos que no dudaron en expresar su descontento con insultos. La situación empeoró cuando dirigentes de gremios se organizaron para lanzarle tomates y pintura, forzándola a abandonar la ciudad.
Urteaga arribó a Puno bajo un estricto dispositivo de seguridad, llegando hasta la cancha deportiva del Arco Deustua. Este punto de encuentro estaba marcado por la concentración de delegaciones de danzantes organizados por la prefectura de Puno, dependiente del Ministerio del Interior.
Sin embargo, la ausencia de autoridades políticas y la previa advertencia de líderes y autoridades locales sobre la provocación que significaba la presencia de funcionarios del Gobierno central ya dejaban entrever un recibimiento adverso.
Vestida de civil en un intento por pasar desapercibida, Urteaga esperó la culminación de la tradicional entrada de Kapus, que rememora los indicios indígenas en la región. Acompañada solo por la prefecta Franssi Guerra Maron, la ministra se retiró del evento cuando todas las delegaciones concluyeron su participación. Fue en ese momento cuando los insultos y abucheos de los ciudadanos se hicieron sentir, demostrando el descontento generalizado.
Entre los gritos que la acompañaron en su salida se escucharon expresiones como «Gobierno asesino, chau», «Vete de Puno», «Lárgate», «Asesina», «Corrupta», entre otros. La ministra, acosada por los reclamos de la población, solo logró dialogar brevemente con un periodista antes de retirarse del lugar.
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