Los 133 cardenales electores se reunirán en la Capilla Sixtina bajo estricto aislamiento. Podrían votar hasta 34 veces antes de aplicar una medida excepcional para desbloquear el proceso
Este miércoles 7 de mayo, a partir de las 4:30 pm (horario peruano), los cardenales de todo el mundo se encerrarán en la Capilla Sixtina para iniciar el cónclave que elegirá al nuevo papa, tras la muerte de Francisco hace dos semanas.
Bajo un protocolo centenario y un estricto aislamiento, los 133 electores deberán llegar a un acuerdo de dos tercios (al menos 89 votos) para proclamar al próximo pontífice de la Iglesia católica.
El proceso está regulado por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que establece ciclos intensivos de votaciones: dos por la mañana y dos por la tarde, hasta un máximo de cuatro al día. En esta primera jornada, los purpurados realizarán una primera votación apenas iniciadas las deliberaciones. De no alcanzarse un consenso, se repetirán las sesiones en los días siguientes.
Si después de 12 votaciones (tres días) no se logra elegir al nuevo pontífice, se suspenderá el cónclave durante un día completo para permitir una pausa de oración, coloquio y reflexión espiritual. Esta interrupción, prevista para el domingo si no hay avances, busca facilitar un ambiente propicio para la toma de decisiones. Luego se retoman las votaciones, en ciclos de siete por bloque, con recesos intercalados.
En caso de llegar al día 11 sin resultados, tras 34 votaciones posibles, se activa un procedimiento excepcional: los dos cardenales más votados en el último escrutinio pasarán a ser los únicos elegibles, aunque no podrán votar. Esta medida busca destrabar la elección cuando las negociaciones parecen estancadas.
Aunque históricamente los últimos cónclaves han sido breves —Francisco fue elegido en cinco rondas en 2013; Benedicto XVI en cuatro, y Juan Pablo II en ocho—, el protocolo contempla incluso escenarios prolongados como el de 1922, cuando Pío XI fue elegido tras 14 votaciones. Todo el proceso transcurre en completo secreto, sin que los cardenales puedan abandonar el Vaticano.
La señal al mundo llegará con el humo que emerge de la chimenea de la Capilla Sixtina: negro si no hay papa, blanco si el nuevo pontífice ha sido elegido. Tras la votación definitiva y la aceptación del cargo, llegará el histórico anuncio: Habemus Papam.
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