Esta elección hace alusión a León XIII, un pontífice reconocido por su visión avanzada y su profundo compromiso con las cuestiones sociales de su tiempo.
Robert Francis Prevost, recién elegido como nuevo líder de la Iglesia católica, optó por un nombre con una fuerte carga simbólica: León XIV. Esta elección no es menor, ya que hace referencia directa a León XIII, una figura destacada por su pensamiento progresista y su compromiso con los problemas sociales de su época.
León XIII, cuyo nombre real era Vincenzo Gioacchino Pecci, nació el 2 de marzo de 1810 en Carpineto Romano, al sur de la capital italiana. Desde joven se vinculó con la diplomacia vaticana, prestando servicio en varias regiones de Italia y, posteriormente, en Bélgica, donde actuó como representante del Vaticano.
Su elección como papa, en 1878, coincidió con un periodo turbulento: la Iglesia acababa de perder los Estados Pontificios y debía redefinir su rol frente a los nuevos poderes estatales. Lejos de encerrarse en una postura conservadora, Pecci se enfocó en los retos sociales derivados de la industrialización y el crecimiento de la pobreza urbana.
En 1891 publicó la encíclica Rerum Novarum, un documento clave que sentó las bases de la doctrina social de la Iglesia. Allí planteó que el trabajo humano debía ser dignificado y que los Estados tenían la responsabilidad de asegurar condiciones justas para los más desfavorecidos, sin caer en el autoritarismo ni en el abandono.
Su visión fue clara: ni capitalismo sin límites ni confrontación entre clases sociales. Propuso una vía intermedia basada en la justicia, la cooperación y el respeto mutuo. Esta postura le valió ser reconocido como “el papa de los obreros”.
Además, promovió el derecho a la organización de los trabajadores y defendió la creación de sindicatos como herramienta para garantizar la equidad laboral. Su pensamiento influyó en generaciones posteriores, dentro y fuera del ámbito eclesiástico.
La elección del nombre León XIV sugiere que el nuevo papa podría seguir una línea similar, con una mirada atenta a las tensiones sociales del presente, como la desigualdad, la migración o la crisis ambiental. Tal como lo hizo León XIII en su tiempo, Prevost parece dispuesto a vincular la fe con los desafíos reales del mundo actual.
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