Con una crónica escasez de divisas y un elevado déficit fiscal, Argentina no logra dejar atrás una prolongada crisis que se ahondó con la pandemia de coronavirus.
BUENOS AIRES, 18 jul (Reuters) – Joaquín Rodríguez, un «cartonero» de 24 años, es una víctima impensada de la desaforada inflación de Argentina: por la crisis, cada vez encuentra menos residuos para reciclar al recorrer diariamente las calles de Lomas de Zamora, en los suburbios de Buenos Aires, con su inmenso carro.
La menor cantidad de basura no solo golpea a miles de argentinos pobres como Rodríguez, que subsisten con la venta de plásticos, cartones o botellas de vidrio, sino que es un signo de la caída del consumo por la pérdida de poder adquisitivo de la población.
«Cada vez juntamos menos (residuos). A la gente no le queda otra que hacer el mismo trabajo que nosotros: cada vez hay más cartoneros y menos residuos», señaló Rodríguez, quien consideró que el cambio se observa desde mayo por la alta inflación.
Con una crónica escasez de divisas y un elevado déficit fiscal, Argentina no logra dejar atrás una prolongada crisis que se ahondó con la pandemia de coronavirus y que ha golpeado las intenciones de ser reelecto del presidente Alberto Fernández.
Si bien la economía volvió a crecer en 2021, el futuro quedó envuelto en sombras por una inflación que este año llegaría al 76%, de acuerdo con el último sondeo entre expertos realizado por el banco central. En junio, la inflación fue del 5,3% y los analistas esperan que se acelere en julio.
La pobreza, que se había reducido al 37,3% de la población el año pasado, subiría al 40% en la segunda mitad de 2022, «básicamente por la inflación y porque no se está creando más empleo», señaló Agustín Salvia, de la Universidad Católica Argentina (UCA).
«Es difícil que se dé un proceso virtuoso en este contexto de inestabilidad macroeconómica; la inversión es muy baja», añadió el especialista en pobreza.
Según la consultora privada Focus Market, el consumo retrocedió en junio un 4,5% respecto del mismo mes de 2021 y acumula una baja del 2,4% en los primeros seis meses del año.
«Los negocios que antes sacaban dos veces al día cartón, a la mañana y a la tarde, sacan una sola vez al día, porque no hay ventas», explicó a Reuters Paola Godoy, de 40 años, en medio de inmensos fardos de plásticos, cartones y nailon que los recicladores cargaban sobre sus espaldas.
Godoy preside la cooperativa de reciclaje Jóvenes en Progreso, que produce bolsas de nailon con el material que los cartoneros recolectan en la puerta de comercios, mercados y casas de Lomas de Zamora. El cartón es vendido a 37 pesos por kilo (0,29 dólares al sobrevaluado tipo de cambio oficial) a grandes empresas.
INESTABILIDAD
La tercera economía de América Latina cerró en marzo un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para reprogramar deuda por unos 44.000 millones de dólares, que establece, entre otras metas, una reducción de la inflación, que se ha convertido en el mayor problema económico del país.
«El consumo de la gente ha bajado debido a que las cosas se han puesto muy caras (…) y eso a nosotros nos produce una baja de ventas», aseguró Marcela Cid, de 58 años, dueña de dos comercios de artículos para el hogar en San Fernando, al norte de Buenos Aires.
«Cuando vamos a reponer (mercadería) nos encontramos con distintos precios. Antes yo iba a comprar con 100.000 (pesos) a mis proveedores y hoy necesito 170.000 o 180.000», acotó.
En busca de estabilizar la economía, la flamante ministra del área, Silvina Batakis, anunció la semana pasada una serie de medidas ortodoxas que han calmado a los mercados.
Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre la relación entre el presidente de centroizquierda Fernández y su poderosa vice, Cristina Fernández de Kirchner, cuyas feroces disputas generaron zozobras financieras en los últimos meses.
Con la oposición de Kirchner, que en el pasado ha defendido el aumento del gasto público e impulsado amplios subsidios a la pobreza, las iniciativas de la ministra podrían naufragar.
Un reciente sondeo de la consultora Trespuntozero mostró que el 75,8% de los argentinos considera «malo o muy malo» el desempeño del Gobierno en la economía.
«YA NO ALCANZA»
Por la caída del poder adquisitivo, la clase media se vio obligada a modificar algunos hábitos: compra productos de marcas baratas, deja de consumir bienes considerados caros o cambia a sus hijos de escuelas privadas a públicas.
Golpeado por la inflación, Juan Silva, un chofer de autobuses de 53 años, viaja periódicamente desde Buenos Aires al mercado central de la ciudad, en los suburbios, para comprar alimentos a bajo precio.
«Con el tema de la economía, como está el país, tenemos que hacer ese esfuerzo de comprar en cantidades y guardar para todo el mes. Somos muchos en la familia; realmente, el sueldo ya no nos alcanza», explicó.
De acuerdo con Shila Vilker, directora de la firma Trespuntozero, el 89,3% de los argentinos tuvo que realizar recortes de gastos recientemente, principalmente en salidas, alimentos y ropa. Casi el 90% se vio obligado a reducir el consumo de carne vacuna, la base de la dieta de los argentinos.
El círculo de la pauperización se cierra en las calles, donde los restos escasean.
«Una caja de leche, una cajita de huevos, aceite… ya no hay más eso en la calle. Desde mayo para acá empezó a bajar el material reciclable, un montón. Se juntaba antes dos bolsones por día, hoy se junta medio bolsón», aseguró Romina Peluffo, una cartonera de 43 años que es dirigente de la cooperativa de reciclaje Plaza Libertad.
No hay datos oficiales actualizados sobre volúmenes generales de residuos. Dependiendo de la cantidad de horas que trabaje, un cartonero de Argentina puede ganar aproximadamente 30.000 pesos mensuales (233 dólares).
Te puede interesar:
También te puede interesar