La ceremonia de coronación del monarca en la abadía de Westminster incluyó un sinfín de atavíos históricos. Una de ellas es la corona de San Eduardo, que usó Carlos III en el momento que ascendió al trono como nuevo rey de Inglaterra.
La corona de San Eduardo data de 1661 y está compuesta por un armazón de oro sólido de unos 30 centímetros de altura. Cuenta con una gorra de terciopelo y arcos con joyas incrustadas. Además, está decorada con más de 400 piedras preciosas.
Su peso oscila entre los 2 kilos y Carlos III solo la empleará en la ceremonia, posteriormente la reemplazará con la corona imperial. La misma es una pieza valorizada en 4 millones y medio de dólares.
Este atavío fue fabricado en el siglo XVII y fue diseñada para el rey Carlos II. Recibió el nombre de San Eduardo por Eduardo el confesor, gobernador de Inglaterra entre los años 1042-1066. En su honor, la realeza tomó la decisión de usar la santa reliquia resguardada en la abadía de Westminster para las futuras coronaciones.
Cabe mencionar, que después de la guerra civil inglesa, las joyas preciosas de la corona fueron destruidas como y otras partes destruidas.
Sin embargo, la versión actual que todos conocemos es una confección realizada por el orfebre Robert Vyner. Con el paso de los años, algunas piedras preciosas fueron recuperadas e incorporadas a la corona tras ser usadas por los reyes Jorge, Jorge VI e Isabel II.
Hasta el momento el triunfo parcial en el complemento se lo lleva PSG.
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