Los miles de migrantes que empiezan a llegar a las ciudades norteñas de México con la intención de solicitar asilo en Estados Unidos están saturando las casas de migrantes, poniendo en aprietos la logística de quienes les brindan ayuda.
Con pesados bultos a cuestas y pequeños hijos, miles de migrantes, en su mayoría hondureños, emprendieron una caravana a mediados de octubre con destino a Estados Unidos. Pero las deportaciones, y otros miles de mexicanos que también huyen de la violencia en su país, están atiborrando la zona fronteriza.
«Desde que inició la nueva caravana le advertimos al Gobierno de México que los albergues, por lo menos de Tijuana y Mexicali, estaban saturados», dijo a Reuters José María García, director de la casa de migrantes Juventud 2000. «La gente sigue llegando, pero no estamos preparados para recibirlos», agregó.
Solamente en Tijuana, casi 3,000 personas -muchos de ellos mexicanos- esperan su turno en las casas de migrantes para pedir asilo en Estados Unidos, una lista a la cual se suman gran parte de los integrantes de la caravana de centroamericanos.
De los 14 albergues en la frontera México-Estados Unidos, 10 están totalmente abarrotados, dijo César Palencia, director de atención a migrantes del Gobierno de Tijuana. Organizaciones de migrantes y funcionarios locales dijeron a Reuters que en los próximos días esperaban el arribo de otros miles de personas.
«Yo llegué hace más de un mes a Tijuana para pedir asilo en Estados Unidos», dijo, entre sollozos, Sonia López, una enfermera mexicana. «No puedo volver a mi casa. Mi esposo me ha golpeado al grado de mandarme al hospital y, como tiene protección de los criminales, me dijo que me va a matar y a mi hija menor».
Rechazo
Mientras que algunos mexicanos se han volcado a ayudar a los migrantes centroamericanos, otros han ventilado su repudio.
«Nosotros también necesitamos ayuda, yo vengo de Michoacán, allá no hay día en que no maten gente y no quiero que mis hijos crezcan así», dijo Olga Cruz, una mujer que junto con sus tres hijos intenta huir de la violencia en México.
«Pero si el Gobierno se enfoca solamente en ayudarlos a ellos (centroamericanos) no nos dejan nada a nosotros», agregó.
El lunes, un grupo de unas 80 personas que se separó de la caravana se instaló en una vivienda de una zona de clase alta de Tijuana. Pero vecinos del lugar les gritaron que se vayan y exigieron a las autoridades locales tomar cartas en el asunto.
Ese mismo día, militares estadounidenses empezaron a reforzar su frontera con México a la espera del grueso de la caravana de migrantes que, a mediados de octubre, partió de Centroamérica con miles de integrantes que huyen de la violencia y pobreza en sus países.
(Con información e imagen de Reuters)
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