Su legado, entre logros y acusaciones, sigue siendo un tema candente en la política peruana.
El funeral de Alberto Fujimori estuvo cargado de controversia, reflejo de su carrera marcada por debates y conflictos. El expresidente, indultado previamente de una condena de 25 años por homicidio y secuestro, había anunciado su candidatura presidencial para 2026 poco antes de su fallecimiento. Su legado, entre logros y acusaciones, sigue siendo un tema candente en la política peruana.
Desde sus inicios en 1990 con el partido Cambio 90, Fujimori se destacó como un outsider que desafiaba el status quo. Su promesa de «honradez, tecnología y trabajo» resonó en un contexto de crisis económica y social, llevando a una victoria electoral decisiva.
Sin embargo, su mandato también estuvo marcado por el uso de medidas económicas drásticas y el controvertido «Fujishock», así como por la corrupción y violaciones de derechos humanos.
El final de su carrera política llegó con el escándalo del «Vladivideo» y su abrupta renuncia desde Japón en 2000, seguido por su extradición y condena en Perú. A pesar de su indulto y subsecuente regreso a prisión, el legado de Fujimori sigue siendo objeto de debate. La ceremonia de despedida en el Palacio de Gobierno se convierte en un recordatorio de la compleja y tumultuosa historia de uno de los personajes más influyentes y divisivos en la política peruana.
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