Descubre datos que no conocías sobre este famoso lugar al que cientos de personas asisten para pedir aquello que tanto anhelan.
Las calles del Centro de Lima se convierten en un punto de alto tránsito peatonal durante el 30 de agosto, fecha en que se conmemora el Día de Santa Rosa de Lima. Cientos de fieles acuden al santuario donde se encuentra la primera «Santa de América» para venerarla, pero además, llevan sus deseos a un enigmático lugar, conocido como el «Pozo de los deseos».
Para llegar a este lugar en el histórico Centro de Lima, se forman largas colas, pero ¿desde cuándo sucede esto? y ¿cómo se creó el «pozo de los deseos?
Isabel Flores de Oliva es el nombre real de Santa Rosa de Lima. Tiempo atrás, la familia Flores de Oliva se trasladó a Santa Rosa de Quives, lugar donde la «Santa patrona» extendió su labor religiosa y ayuda a los más necesitados.
Años más tarde, como parte de su penitencia por los pecados de otras personas, Santa Rosa frecuentaba el santuario ubicado en Jr. Chancay 223, en Cercado de Lima. Ahí realizaba votos y promesas para aumentar su fe.
De acuerdo a algunos historiadores, la penitencia de Isabel era ardua y es en una de esas ocasiones donde nace la historia del «pozo de los deseos».
Rosa se colocó una cadena sujetada con un candado a la altura de la cintura. Se dirigió al pozo de 19 metros para lanzar la llave del candado y así no librarse de su expiación. Según los relatos, al cabo de unos días, ella sufrió de un gran dolor, por lo que pidió a Dios que el candado sea abierto y tras su súplicas a Dios, así se hizo.
Esta sería la razón por la que ahora ese lugar es conocido como hoy el «pozo de los deseos». A pesar de que esta historia es la más conocida, pues es la que da lugar a que cientos de fieles acudan el 30 de agosto a dejar sus cartas, no es la única y ha sido refutada en más de una ocasión.
Existen más versiones sobre el origen del «pozo de los deseos». El historiador peruano José Antonio del Busto revela que Fray Antonio Altamirano fue quien guardó la llave del candado. Él se encontraba en otra ciudad y al escuchar que la «Santa de América» se encontraba mal, decidió viajar para darle la llave a Diego Gorguerá, el fraile que tenía en sus manos la liberación de Santa Rosa.
Pero la distancia y el dolor que sentía Isabel Flores de Oliva fue tan fuerte que ella misma abrió el candado con una piedra.
El jueves 24 de agosto de 1617, Santa Rosa de Lima falleció. Tenía 31 años y una salud deteriorada. La tuberculosis y un paro cardíaco habrían sido los principales causantes de su deceso. Los relatos señalan que durante sus últimos minutos de vida exclamó «Jesús sea conmigo».
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