Una investigación de la DIVIAC reveló las prácticas de estos criminales y permitió identificar y capturar al líder de una banda mientras planificaba su próximo delito.
Una tarde de juegos era el momento perfecto para Dairon, un niño de 13 años que amaba saltar con pelotas y disfrutar de la libertad que le brindaba el juego. En medio de su risa contagiosa, Dairon sentía el profundo amor de una familia que se esforzaba por hacer brillar una sonrisa en su rostro. Sin embargo, esa sonrisa se apagó trágicamente cuando recibió un impacto de bala en la cabeza.
«No pueder ir al colegio. No puede hacer las cosas que un niño de su edad puede hacer. Me siento mal», comenta Katherine Jaramillo, mamá de Dairon.
Dairon pasó tres meses en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Emergencias Pediátricas, tras someterse a una operación de ocho horas para salvarle la vida. Todo comenzó cuando recibió un disparo en la cabeza durante un enfrentamiento entre delincuentes de las barras de Alianza Lima y Universitario, tras un partido de fútbol en el distrito de Santa Anita.
«Donde le había impactado la bala, todo ese lado estaba destruido. Y tenían que sacarle todo lo que estaba destruido. ¿Por dónde ingreso la bala? Por acá y salió por acá», afirma Katherine.
La familia de Dairon ha decidido hablar por primera vez para relatar la dura situación del pequeño, quien ahora se encuentra postrado en una cama, luchando por recuperar la sonrisa que le arrancaron unos criminales. Mientras tanto, los delincuentes responsables del terror en Santa Anita siguen operando, aprovechando su pertenencia a conocidas barras del club Universitario de Deportes.
Una investigación de la DIVIAC reveló las prácticas de estos criminales y permitió identificar y capturar al líder de una banda mientras planificaba su próximo delito: Andrés Rodríguez Ipanaqué, quien aprovechando su vínculo con la barra «La Tropa de San Juan de Lurigancho», reclutaba menores de edad para actividades delictivas como el robo y el sicariato.
«Otras bandas criminales que los ven les piden un trabajo de sicariato porque saben que van a encontrar gente que se dedica al sicariato, robo y extorsión. Ya no es un tema de futbol es de delincuencia, el futbol es una cubierta para ellos», comenta el coronel Franco Moreno, jefe de la DIVIAC.
Por su parte, Katherine Jaramillo, madre del pequeño Dairon, sostiene que su hijo era un niño independiente y «ahora depende de mi al cien por ciento». «Vive prácticamente y sé que si Dios no se lo llevó es porque Dios tiene un propósito para mí y para mi hijo», agrega.
La historia de Dairon cambió la tarde del 18 de febrero, cuando le pidió permiso a su mamá para ir a una cabina de internet. Eran las 3 de la tarde cuando Katherine despidió a su hijo con un beso en la mejilla. Una hora después, todo había cambiado.
«Cuando están haciendo la pelea en ese lado, mi hijo sale del internet con varios niños y cuando salen a mirar como son niños corren a mirar, ahí es cuando le cae la bala», cuenta.
Barristas de Universitario de Deportes y Alianza Lima se enfrentaron a balazos, sin importarles que ponían en peligro a decenas de familias, incluidos niños que jugaban en las calles de Santa Anita. Sin saberlo, el pequeño Dairon se encontró en medio de este caos. El impacto de una bala en su cabeza llevó a los médicos a darle solo una hora de vida.
«Fue una operación de 6 horas y de ahí pasó a UCI. En UCI estuvo 28 días y después lo pasaron al hospital Bravo Chico», refirió.
Así pasaron seis meses de intensa lucha para que los médicos y los cuidados de sus padres pudieran estabilizar a Dairon. Sin embargo, las secuelas de ese terrible impacto ahora mantienen al pequeño postrado en una cama, incapaz de sonreír ni de jugar con las pelotas que tanto amaba.
«No puede caminar, no puede sentarse solo, necesita ayuda para comer y bañarse. Se traslada con su silla neurologica porque antes se trasladaba con ambulancia», cuenta su madre.
Cuando Dairon salió del hospital no podía movilizarse y se alimentaba a través de sondas, además de enfrentar la falta de citas programadas para su rehabilitación. Sin embargo, el amor y la dedicación de sus padres, junto con terapias particulares, han permitido que Dairon comience a recuperar la movilidad.
«El se desespera dice mamá quiero caminar, quiero salir, quiero ir al colegio. Siempre voy a estar con él hasta el último día que deje de respirar», resalta.
El pequeño Dairon ahora se moviliza en una silla neurológica, con la esperanza de que, poco a poco, su cuerpo recupere la libertad que perdió a causa de unos criminales.
Su historia permitió a los investigadores de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad de la Policía rastrear los movimientos de los barristas, lo que los condujo hasta San Juan de Lurigancho y a la identificación de Andrés Rodríguez Ipanaqué, un delincuente que organizaba reuniones en canchas deportivas para reclutar a menores dispuestos a robar, amenazar y matar.
Estos menores, como si estuvieran participando en una prueba para una carrera delictiva, debían demostrar su capacidad para atacar. Las imágenes encontradas durante la investigación funcionaban como un examen de admisión. Los menores enviaban evidencias de sus delitos, como este asalto a un miembro del serenazgo de la municipalidad de San Juan de Lurigancho en abril de este año.
Los vecinos de San Juan de Lurigancho eran asaltados sin sospechar que detrás de estos ataques se encontraban miembros de una de las barras más conocidas del distrito. Estos criminales no tenían piedad ni de los menores de edad.
En otro caso, colocaban explosivos y disparaban contra las casas que Rodríguez Ipanaqué señalaba. La investigación policial descubrió estas evidencias en el teléfono de los detenidos. Pero antes de cometer cada delito los postulantes de la banda que lideraba Rodríguez Ipanaqué enviaban las fotos de las armas que iban a usar. Cada detalle de estas imágenes fueron claves para ubicarlos.
«Ellos practicamente venden sus servicios por delivery proponiéndose para cometer delitos. Y todo eso ha sido registrado por las cámaras de seguridad. Tenemos entedido que rodurguez ipanaqué era una de los líderes de esta organización infiltrado acogido por una barra de san juan de lurigancho», agrega el coronel Moreno.
Andrés Rodríguez Ipanaqué, Yhue Tinco Valdivia y Eduardo Catriel Cisneros fueron detenidos en lo que se supuso era una asamblea de miembros de la barra la tropa.
«Cuando la diviac interviene detiene a más de 40 personas, leiser tinco valdivia y dos menores más. Todos provistos de una pistola de alto poder, un revolver que han sido utilizados y los estamos homologando», sostiene Moreno.
Eduardo Catriel Cisneros fue capturado hace un mes por la DEPINCRI de San Juan de Lurigancho por tenencia ilegal de armas. Sin embargo, debido a situaciones que hemos denunciado en repetidas ocasiones, fue puesto en libertad por el Segundo Despacho de la Fiscalía Provincial Penal de San Juan de Lurigancho.
Estos delincuentes están ahora detenidos, lo que reduce la posibilidad de que nuevas víctimas, como el pequeño dairon, sufran a manos de estas mal llamadas barras. La lucha de los padres de Dairon es admirable; a pesar de no tener un trabajo estable, buscan fondos para cubrir las terapias, medicinas, pañales y todo lo que dairon pueda necesitar.
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