Persiguiendo ese sueño, al menos 53 migrantes murieron esta semana tras quedar atrapados en un sofocante camión en San Antonio, Texas, Estados Unidos.
IZÚCAR DE MATAMOROS, México, 30 jun (Reuters) – En la pequeña y aletargada ciudad Izúcar de Matamoros, en el centro de México, los vendedores ofrecen pasteles, gafas de sol y betún bajo el ardiente sol por unos pocos dólares al día. Los que quieren ganar más en menos tiempo sueñan con Estados Unidos.
Persiguiendo ese sueño, al menos 53 migrantes murieron esta semana tras quedar atrapados en un sofocante camión en San Antonio, Texas, Estados Unidos. Entre los que viajaban había personas de lugares como Izúcar, en el estado sureño Puebla, una de las regiones con más emigración del país.
«Es difícil aquí en México. Hay violencia, desempleo, problemas de salud», dijo Carlos Carrasco, vecino de Izúcar y quien emigró a Nueva Jersey en su juventud, donde trabajó en una pizzería. Según él, todos los que parten a Estados Unidos van en busca del «sueño americano».
A raíz de los comentarios de un grupo local de defensa de los migrantes, se rumoreó que Izúcar era el origen de dos personas que murieron en la tragedia de Texas, en la que fallecieron al menos 27 mexicanos.
El gobierno de Puebla reconoció públicamente la posibilidad, pero señala que no tiene pruebas para corroborar el vínculo con Izúcar, ya que la mayoría de las víctimas aún no han sido identificadas formalmente.
Los residentes de la localidad opinan que es fácil creer que había lugareños en el camión, porque a pesar de los riesgos, la carretera hacia el norte sigue atrayendo especialmente a los jóvenes, alimentados por las historias de los que logran llegar a la nación vecina.
Una celebridad local incluso financió la construcción de una réplica en miniatura del estadio de los Yankees de Nueva York en las cercanías, gracias a la fortuna que hizo en Estados Unidos. Son tantos los poblanos que se han trasladado a la «Gran Manzana» que esta ha adquirido el apodo de «Puebla York» entre ellos.
Los lugareños relatan que algunos pueblos se han vaciado por completo. José Pablo Robles, otro residente de Izúcar, explicó que su sobrino fue atrapado tratando de cruzar la frontera norte el mes pasado, y regresó a casa con los pies en carne viva. «Seguro que lo intentará otra vez», indicó.
Adriana Gutiérrez, madre y ama de casa, afirmó que varios amigos han hecho el viaje y que ella también lo ha pensado. «Aquí no tenemos empleo, no tenemos buena paga», admitió. «Todos se van por una necesidad».
El éxodo de la región ha creado ahora un efecto dominó con la población local, reconoció la alcaldesa de Izúcar, Irene Olea. Las familias que se van avisan a sus parientes cuando hay trabajo y los niños que se quedaron van a buscar a sus padres, detalló.
La tragedia en Texas se produce apenas seis meses después de que al menos 55 personas murieron y decenas más resultaron heridas al estrellarse otro camión que transportaba migrantes en el sur de México.
Olea dijo que las muertes no impedirán que la gente intente irse. Instó al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y a su homólogo estadounidense, Joe Biden, a ayudar a los migrantes cuando se reúnan el mes que viene. Sin embargo, no todos quieren arriesgarse a viajar al norte.
«Tengo familia allá y, la verdad, han sufrido mucho», confesó María de Carmen Brenis, trabajadora de una tienda en Izúcar. «Los tratan muy mal y los discriminan». Ella y sus hijos prefieren quedarse y luchar juntos en México. «Todo por el ‘sueño americano’ (…) es mentira», sentencian.
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