Papa Francisco retorna a Lima tras dejar esperanza y amor en Puerto Maldonado

Papa Francisco inició su visita pastoral en tierras selváticas. «Esperaba mucho este encuentro. Quise empezar por aquí la visita al Perú», fueron parte de las primeras palabras que dirigió al pueblo amazónico. Francisco llegó a Puerto Maldonado poco más de las 10 de la mañana y fue recibido por el gobernador regional de Madre de Dios, Luis Otsuka Salazar, el alcalde de Tambopata, Alain Gallegos Moreno y el monseñor David Martínez. 

Las personas de Puerto Maldonado se preparon desde muy temprano para la llegada de Francisco. Desde horas de la madrugada, cientos de fieles católicos se acercaron a las inmediaciones del aeropuerto Padre Aldamiz para dar una calurosa bienvenida al Santo Padre. 

A ritmo de un baile amazónico, el Sumo Pontífice abordó el vehículo que lo trasladó hasta el coliseo Madre de Dios, lugar donde se reunió con todos los pueblos de la Amazonía. Ante 130 representantes de todas las etnias, Francisco pidió tomar importancia a la Amazonía: «Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la casa común». Además, no perdió la oportunidad para evidenciar la violencia, abuso sexual y trata de personas que existe en la selva peruana. «Los abusos sexuales, la trata de personas, la violencia contra la mujer son un clamor que llega al cielo. No nos hagamos los distraídos ni miremos a otra parte».

«Renzo por ustedes y por la tierra bendecida por Dios, y les pido no olviden rezar por mí», finalizó el Papa Francisco su mensaje ante los pueblos amazónicos. 

Tras ello, sostuvo un breve encuentro con la población de Puerto Maldonado en el instituto Jorge Basadre. Además, visitó a los jóvenes y niños del albergue «El Prinicipito», y les dejó una frase que conmovió a millones de personas: «El mundo los necesita a ustedes, jóvenes de los pueblos originarios, y los necesita tal y como son. ¡No se conformen con ser el vagón de cola de la sociedad».

«Ustedes niños son su reflejo, y también son nuestro tesoro, el de todos nosotros, el tesoro más preciado que tenemos que cuidar». Antes de dejar Puerto Maldonado, Su Santidad almorzó con los representantes de los pueblos de la Amazonía y con el vicario apostólico.