Conoce más sobre este procedimiento médico y en qué naciones se aplica.
La Red de cuidados, derechos y decisiones en el final de la vida, liderada por investigadores del Conicet, define la eutanasia como un procedimiento médico que busca poner fin a la vida de una persona que sufre una condición de salud irreversible, generándole un sufrimiento físico o psicológico profundo y persistente, y que solicita de manera clara e inequívoca la aplicación de este procedimiento.
Esta definición, abordada desde un enfoque de derechos y cuidados, se encuentra en el centro de los proyectos presentados en el Congreso nacional, que buscan regular el acceso a esta práctica para personas con enfermedades graves, incurables o padecimientos crónicos imposibilitantes.
Estas iniciativas legislativas contemplan tanto la administración directa por parte de un profesional de la salud de una sustancia que provoque la muerte del paciente, como también la prescripción o suministro de esta sustancia para que el paciente se la autoadministre, lo que se conoce como el suicidio médicamente asistido. Es importante destacar que estos proyectos buscan establecer protocolos que garanticen la seguridad y el respeto por los derechos de las personas que solicitan acceder a esta práctica.
Sin embargo, la discusión sobre la eutanasia va más allá de lo meramente legal y técnico, involucrando valores morales y éticos tanto religiosos como laicos. Entre estos valores se encuentran la autonomía, entendida como el derecho de las personas a ser artífices de su propia vida, incluyendo su fin, así como el deber moral deontológico, especialmente para los médicos, de no causar la muerte de manera activa.
A nivel internacional, países como Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Canadá han legalizado la eutanasia en diferentes momentos y con distintas condiciones. Holanda fue pionera en este aspecto, legalizando la eutanasia en 2002 y desde entonces ha ampliado las condiciones para su aplicación. Bélgica, por su parte, permite la eutanasia desde el mismo año, con condiciones similares a las de Holanda, e incluso despenalizó la eutanasia en menores de edad en 2014.
Luxemburgo se convirtió en el tercer país en despenalizar la eutanasia en 2008, mientras que Canadá legalizó esta práctica en 2016 tras un fallo del Tribunal Supremo que reconoció el derecho a una muerte digna y voluntaria. Sin embargo, en algunos de estos países se han reportado fallos en la aplicación de la ley y preocupaciones sobre los criterios utilizados para su aplicación, lo que destaca la importancia de establecer marcos regulatorios claros y protocolos rigurosos para garantizar el respeto por los derechos y la dignidad de las personas en el final de su vida.
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