¿El vino puede retrasar el envejecimiento?

El vino se obtiene de la fermentación alcohólica total o parcial gracias al zumo de uvas maduras. Esta bebida está compuesta en su mayoría por agua, seguido por alcoholes que surgen del fermento de ácidos y azúcares, así como de sustancias fenólicas como el tanino y otras más.

Según el nutricionista Francisco Marquina, «el vino posee propiedades antioxidantes que ayudan al rejuvenecimiento de las células, retrasan el envejecimiento y además previene el estrés oxidativo en el organismo».

“Me atrevo a decir que el vino en bajas dosis tiene un efecto protector y en alta dosis un efecto dañino. El hígado tiene un sistema para metabolizar el alcohol, pero si recibe una gran cantidad, se satura y se daña este órgano”, añadió para Andina.

¿A PARTIR DE QUÉ EDAD SE RECOMIENDA TOMAR VINO?

Expertos en la materia recomiendan empezar a beber vino entre los 21 a 25 años. Esto debido a que recién en esta etapa se terminan de desarrollar todos los procesos metabólicos y psicológicos en las personas.

Cabe precisar que no si no se alcanza la madurez metabólica, no es aconsejable consumir esta bebida alcohólica.

¿CUÁNTAS COPAS ES RECOMENDABLE TOMAR?

El ingerir vino dependerá del organismo de cada persona y de las dolencias, discapacidades y patologías que cada individuo pueda tener. Es por ello que se recomienda primero realizarse una evaluación médica para determinar en qué estado se encuentra nuestro hígado. 

En el caso de personas que posean una dieta balanceada, lo recomendable es de 2 a 3 copas de vino. No obstante, en aquellos que padecen diabetes u otro tipo de dolencias, se recomienda tan solo dos.

¿QUÉ TIPO DE VINO SE RECOMIENDA TOMAR?

Distintos estudios revelan que el vino tinto tiene una mayor capacidad antioxidante por su color oscuro. Además, estas poseen un contenido de resveratrol de 0.03 a 1.07 miligramos (mg) por cada vaso de 150 mililitros, mientras que en los vinos blancos suelen ser de 0.01 a 0.27 mg.

“Todos los vinos, ya sean blancos, rosados, tintos, livianos o concentrados tienen esta carga tánica en diferentes tipos y provenientes de variadas fuentes no solo de la piel de la uva o semilla, sino también de las barricas de roble o maderas donde se almacenan”, señaló el enólogo argentino José Lovaglio para Andina.

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