Un día como hoy hace 31 años, el Grupo Gein ubicó y capturó al cabecilla terrorista, responsable de la muerte de más de 31 mil peruanos.
Hace 31 años se realizó el exitoso operativo del Grupo Especial de Inteligencia del Perú (Gein) que concluyó con la captura del cabecilla terrorista de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, quien fue responsable directo de más de 31 mil muertes ocurridas entre la década de 1980 y 1990. El trabajo de seguimiento, intervención y captura fue reconocido a nivel mundial.
El reloj marcaba las 8:14 de la noche del 12 de setiembre de 1992 cuando los agentes del Gein de la Policía dieron con la ubicación del terrorista del cabecilla terrorista. La captura de la cúpula terrorista fue fruto de meses de seguimiento. Los policías tuvieron que disfrazarse de recogedores de basura para obtener información dar con su paradero exacto. «Bingo, tenemos al Cachetón… es el uno, es el uno…«, fue la frase con la que se confirmó aquel día la captura de Abimael Guzmán.
Él se encontraba sentado en un mueble marrón desarmado. El comandante Julio Becerra, más conocido como el agente ‘Ardilla’, fue el primer miembro de las fuerzas del orden en encontrarse con Guzmán frente a frente. El operativo también capturó a Elena Iparraguirre, segunda esposa y mano derecha en el crimen. Además, de tres mujeres ligadas al grupo terrorista: Laura Zambrano Padilla, María Pantoja y la bailarina Maritza Garrido-Lecca.
El presidente de ese entonces, Alberto Fujimori Fujimori, decidió presentar a los detenidos a la opinión pública. Lo hizo de una manera distinta y al estilo estadounidense: el cabecilla portaba una indumentaria blanca con rayas negras. En el pecho tenía un cartel con el número 1509, número que representa el día que apareció tras las rejas. Tras la caída de la cúpula de Sendero Luminoso, los peruanos respiraron esperanza. El 11 de setiembre del 2021, muere en prisión Abimael Guzmán a los 86 años.
No olvidamos que el grupo terrorista comunista estalló un coche bomba, cargado con media tonelada de anfo y dinamita, en la calle Tarata de Miraflores, la noche del 16 de julio de 1992, con un mortal saldo: asesinó a 25 peruanos y despedazó a otros cinco, cuyos restos humanos jamás pudieron ser recuperados. Ellos fueron declarados como ‘desaparecidos’.
Los heridos, de diversa gravedad, sumaron 250. La onda expansiva, tras la explosión, destruyó 183 casas y departamentos, 400 establecimientos comerciales y 63 automóviles. Los daños materiales, cuatro cuadras a la redonda, se estimaron en 13 millones de dólares de entonces.
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